Entrometido en el umbral de lo desconocido

Por Mike Volta

¿Cuántas veces en la vida estimad@ lector@, a querer y no, nos enfrentamos a inesperadas decisiones difíciles?

El pan de cada día puede saborearse de formas muy distintas, ya que además de no tenerlo asegurado, las vueltas de la vida usualmente provocan cambios que las más de las veces afectan los planes, de si lo habrá hoy y que a nadie le falte mañana.

Aún seguimos con los efectos de una pandemia que, no es ninguna sorpresa, asoma en algunos casos una miseria espeluznante.

Muchas historias de cambios repentinos, faltas insospechadas, impensadas, inconcebibles, pero crudamente reales.

Negocios que se vinieron abajo, bodas aplazadas, graduaciones amargas, familias separadas, los terribles sinsabores de una abrumadora y en veces disfuncional convivencia humana constante, incluso de tipo familiar y el ensombrecido contraste de la falta absoluta de ella.

Pocos lo pensaron, muchos reaccionaron y los más se alertaron al ver la disminución de los balances bancarios y el crecimiento de las deudas, los problemas, un intempestivo crecimiento de los enanos… unidos sí, pero con un futuro terriblemente incierto, por mucho que nos quieran decir desde un bello palacio de gobierno que la miel estará sobre las hojuelas.

La vida antes y después de la pandemia, seguramente para la mayoría, aunque antes no era muy buena, ahora es irremediablemente distinta, amargamente diferente; hay nuevas normas para vivir procurando evitar las inercias del cariño, dando paso a las supuestas bendiciones de la falta de convivencia presencial y  encontrar a una humanidad adormecida, sometida y dominada por la información proveniente de la multiplicidad de pantallas, chicas o grandes, proveen del alimento virtual que no nutre las almas, aunque pretendiera ridículamente hacerlo.

Resiliencia, la antigua nueva palabra de moda que encierra valor y astucia para adaptarse sensiblemente a los cambios inesperados o golpes de timón, del país, de la empresa, de la escuela, de la familia, de la casa... de uno mismo.

Cualquiera que haya sido el demonio que individualmente le haya traído esta pandemia y sus efectos, un cambio radical de estilo de vida, de trabajo, de residencia, de hábito etc… sabemos bien que necesariamente tiene que pasar algún tiempo, llegará y será mejor estar fuerte para lo que siga. Ahí estará el kraken de lo desconocido, sólo hace falta pensar (aunque quizá la mente no quiera hacerlo), que muy probablemente esto debía pasar para que uno mismo se pueda demostrar con lucha y trabajo, la obtención de la muy difícil, pero ansiada miel de tener esa fortaleza de vencerse y vencer la adversidad en estos tiempos tan nefastos, con la convicción de haber hecho lo correcto.

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