Karen y los Remedios: “La cumbia nos salva, incluso lejos de casa”

KAREN Y LOS REMEDIOS ENTREVISTA

Por Brandon Díaz de León
Karen y los Remedios es uno de esos proyectos que recuerdan por qué hay que apostar por la música independiente. Desde Hong Kong, donde reside, Ana Karen Barajas ha logrado girar con el grupo por México, Estados Unidos, Indonesia y Europa sin agencia, sin manager, prácticamente solos, movidos por la intuición y el amor a la música. 

KAREN Y LOS REMEDIOS


No hace mucho tuvieron gira en Estados Unidos, Indonesia y después Europa ¿Qué tan complicado fue coordinar todo lo necesario para esas presentaciones?
“Muy difícil, la verdad. Para mí ha sido un descubrimiento: por un lado, que sí lo podemos hacer; por otro, que es una chambota. Nos encantaría tener un booker o alguien que se encargue de esa parte, pero esta vez lo hicimos todo nosotros. Salir de tour es muy costoso: boletos, logística, hospedaje... pero estamos muy orgullosos de haberlo logrado”.
 

 


¿Hay alguna fecha que recuerdes de manera especial, por algo bueno o por algo que salió mal?
“Sí, una semana en Europa. Me puse a ver la logística de trenes para ir de Suiza a Países Bajos y dije ‘esto va a estar pesadísimo’. Al llegar a Holanda me quedé afónica. Antes de subir al escenario pensé que no lo iba a lograr. No alcanzaba los tonos, así que tuve que bajar las canciones, acomodarlas, improvisar. Pensé: si no tengo voz para dar un showzazo, voy a interactuar y ellos van a dar el show”.


“La energía se puso preciosa: al final se subió gente a bailar conmigo, incluso una parejita de viejitos que fueron los primeros. Terminamos todos arriba del escenario. Fue de lo más lindo de ese tour”.

Has compartido que, cuando te fuiste, la cumbia y el reggaetón te salvaron de momentos de depresión ¿Cómo recuerdas esos días?
“Ahora siento algo muy bonito. A mí me pasaba ver artistas latinos fuera de México y reconectar con quién era. En estos viajes, cuando encontramos latinos o gente que conecta con nuestra música, sentí que la historia se volteó: ahora me tocaba a mí darles eso que alguna vez a mí me salvó. Sé lo que se siente escuchar tu música fuera de tu país, emocionarte y sentir hogar. Poder darles eso en vivo fue súper bonito. Era como decirles: no se depriman, aquí está la cumbia”.

¿Siguen definiendo su proyecto como 'tragicomedia de cumbia'?
“A veces (ríe)”.

Hablemos de tu colaboración más reciente con Vōx ¿Cómo surgió?
“Se acercaron por correo. No conocía el proyecto, lo escuché y dije: wow. La voz de ella es genial, canta en tonos muy padres, y la propuesta visual está locochona. También tiene una relación fuerte con la moda y con lo que proyecta. Nos encantó la canción y, obviamente, la tuvimos que hacer cumbia”.


¿Cómo perciben la cumbia en Hong Kong?
“Tengo sentimientos encontrados. Hemos tocado aquí y es el lugar donde nos toca estar, estamos contentos. Pero sí pasa que la gente es súper respetuosa: van, escuchan, aplauden, tal vez se mueven tantito, pero no como los latinos. Es otro tipo de presentación, muy sutil y linda.
Pero sí llega a pasar que estás haciendo un showzazo y nadie baila. Yo por dentro: bailen, por favor. Falta barrio (ríe)”.

¿Cómo fue que terminaste viviendo en Hong Kong?
“Me vine a China buscando salir adelante. Un amigo me dijo que se iba a trabajar de maestro de inglés, que pagaban bien, y yo: vámonos. Yo tenía la idea romántica de estudiar mandarín en una pagoda… y terminé en una ciudad industrial, aislada, solísima”.

 

“Luego conseguí otro trabajo en Hainan mientras apoyaba a mi familia. No era mi pasión ser maestra de inglés, pero era lo que tocaba. Después vine a Hong Kong por una visa y sentí otra energía: cultura, movimiento, vida. Apliqué a un doctorado, me aceptaron y me dieron beca. Era la oportunidad. Llegaron protestas, luego COVID, regresé a México dos años, pero la escuela me pidió volver. Aquí estoy otra vez”.

¿Planeas quedarte?
“No a largo plazo. El año pasado tuve a mi bebé aquí por temas de salud y porque no tengo seguro en México. Quiero terminar trámites porque pronto tendré residencia permanente, y eso me deja una puerta abierta para el futuro, para mí y mi familia. Ahorita estamos resistiendo, pero bien”.

¿La maternidad cambió tu forma de escribir o componer?
“Hay canciones del segundo disco que escribí antes de ser mamá y ahora veo que hablan mucho de maternidad sin saberlo. Es raro, pero bonito. La perspectiva te cambia: no solo piensas en ti, sino en algo más grande. Hay una canción, La Ruta del Sol, que refleja ese sentimiento, y la hice antes de embarazarme. Últimamente he escrito menos; estoy enfocada en remixes, colaboraciones y terminar el disco. Iba a salir este año, pero mejor el siguiente. Tengo curiosidad de cómo va a sonar lo que escriba ya siendo mamá”.

 

¿Cuál ha sido la satisfacción más grande que te ha dado este proyecto?
“Que nunca empecé pensando en trascender. La música era mi hobby, el único que no capitalizaba. La satisfacción es darme cuenta de que cuando haces algo honesto, con el corazón, la gente lo siente. Ha sido reencontrarme con la razón espiritual del arte: conectar. Más allá del dinero o la fama. También ha sido entender que, como mujeres, hay mil expectativas sobre cómo deberíamos ser, vernos o comportarnos. Este proyecto me ayudó a romper con eso. Y lo otro: viajar con nuestra música. Aún tenemos otros trabajos, no vivimos solo de esto, pero saber que puede llegar a serlo, que ya nos permite movernos y conectar, ha sido precioso”.

¿Algo más que quieras agregar para los lectores de Diario de México?
“Que vamos a sacar más música. Y que los artistas emergentes necesitamos mucho de su apoyo: que nos sigan, nos escuchen, nos compartan. Que nos vean como personas que luchan y trabajan.
Nos interesa dar voz a las mujeres y a quienes no la tienen. Y que la música nos una en México.
El siguiente año vamos a ir, seguro”. FIN

Síguemos en Google News