Espada de Dos Manos: Golpe de Estado

Marcelo Fabián Monges / Escritor y Periodista

 

La amenaza de un Golpe de Estado es tal vez la acusación más grave y el peor de los peligros que pueda denunciar un presidente constitucional. Un peligro mayor solo podría estar ocasionado por un ataque externo. El sábado 2 de noviembre, el presidente López Obrador escribió una seguidilla de tuits haciendo alusión a alguna intención o peligro de Golpe de Estado. En su cuenta escribió: “¡Qué equivocados están los conservadores y sus halcones! Pudieron cometer la felonía de derrocar y asesinar a Madero porque este hombre bueno, Apóstol de la Democracia, no supo, o las circunstancias no se lo permitieron, apoyarse en una base social que lo protegiera y respaldara.”

En un segundo tuit, continuó: “Ahora es distinto. Aunque son otras realidades y no debe caerse en la simplicidad de las comparaciones, la transformación que encabezo cuenta con el respaldo de una mayoría libre y consciente, justa y amante de la legalidad y de la paz, que no permitiría otro golpe de Estado”.

Y finalizó con un tercer tuit que decía: “Aquí no hay la más mínima oportunidad para los Huertas, los Francos, los Hitler o los Pinochet. El México de hoy no es tierra fértil para el genocidio ni para canallas que lo imploren”.

La evocación a un Golpe de Estado, sin que haya ningún peligro real que proyecte tal sombra sobre la sociedad mexicana, significa que López Obrador tiene una imperiosa necesidad de evocar tremendas fuerzas, que lo saquen del pantano en el que lo ha sumergido el estrepitoso fracaso del operativo en Culiacán para detener al hijo del Chapo Guzmán, Ovidio Guzmán López.

Después del fallido operativo, al gobierno de López Obrador se le multiplicaron los cuestionamientos desde todos los ángulos, la multiplicidad de distintas versiones contradictorias que han dado sobre el mismo desde el gobierno, es clara muestra del desconcierto en el que ha quedado el presidente y su Gabinete de Seguridad, siendo el hecho de no saber qué decir al respecto, solo es prueba de que mucho menos saben qué hacer.

Los cuestionamientos por el operativo crecen. Las cifras de muertos por la violencia también. La falta de una estrategia real en materia de seguridad de este gobierno hace crecer la sensación de desamparo de los ciudadanos por parte del Estado, que después del fracasado operativo de Culiacán, donde las fuerzas federales debieron rendirse ante un grupo criminal, no pueden tener la sensación de que cuando se tiene un problema de seguridad, la intervención del gobierno y sus fuerzas de seguridad los auxiliarán y se lo resolverán.

El jueves 31 de octubre, durante la conferencia de prensa mañanera, López Obrador se disgustó con la prensa, que al parecer para él hacía demasiadas preguntas sobre el fallido operativo en Culiacán, y para la pleitesía que espera López Obrador que le rinda todo el mundo, incluso la prensa, ese día las preguntas muy directas, frente a las mentiras reiteradas sobre el operativo vertidas desde el gobierno y en especial de su secretario de Seguridad Alfonso Durazo. López Obrador enojado perdió las formas, citó a Gustavo A Madero con la frase referida a la prensa de aquél entonces “Muerden la mano que les soltó el bozal”. A la prensa actual no le soltó el bozal López Obrador, la libertad de expresión en México han costado años de lucha, incluso desde 2001 a la fecha, van 131 periodistas asesinados. Tan solo en lo que va del gobierno de López Obrador, se tiene registro de 15 periodistas asesinados. Para terminar de arreglarla López Obrador al día siguiente dijo que no compara a los periodistas con animales, ni con perros, porque respeta a los perros.

De todo esto puede inferirse perfectamente que el fracaso del operativo de Culiacán y los cuestionamientos que muestran dónde ha quedado parado, han descompuesto al gobierno de López Obrador. Ante esto, el presidente, como alguien que se está ahogando trata de buscar una rama de dónde agarrarse. López Obrador levanta la amenaza del Golpe de Estado, mientras a la vez afirma: “Aquí no hay la más mínima oportunidad” para los Huertas, los Pinochet, es decir, para un Golpe de Estado. Si no hay ninguna oportunidad para tal acto, ¿Por qué lo menciona? ¿Para qué evoca un Golpe de Estado si según él mismo aún conserva la base de 30 millones de personas que lo votaron?

La respuesta tiene varios considerandos. La primera es que la amenaza a la que alude López Obrador es un enorme acto desesperado de manipulación, para acallar los cuestionamientos, las voces disidentes, incluso las preguntas directas de la prensa en las mañaneras. A partir de ahora, cualquiera que lo cuestione o que ponga a la luz sus errores, será acusado de “desestabilizador”. Hasta ahora, López Obrador y la 4a Transformación se han colocado frente a la opinión pública en pose de ser los dueños de la moral, algo que sin duda es propio de las dictaduras y de los dictadores.

La evocación de López Obrador a un Golpe de Estado, por otro lado, significa que la magnitud de los cuestionamientos que recibe, a pesar de que él persiste en la posición del dueño de la razón, cimbran al gobierno, y los pasos se sienten en el Palacio Nacional. Aunque diga que no.

Por otro lado, nadie mejor que él, y los miembros de su gobierno, saben mejor que nadie que la base social de 30 millones de personas que lo votaron ya no la tiene más, si no, no estaría tan preocupado desde el principio en comprar votos a través de programas sociales y asistenciales y del reparto de dinero “directamente”, como le gusta decir a él, algo que sin duda es corrupción, nada más que con otra modalidad. Antes los partidos repartían despensas, incluso desde el gobierno de EPN se repartieron pantallas de televisión, ahora López Obrador en vez de todo eso reparte dinero.

Una cosa son las encuestas pagadas desde el gobierno a los distintos medios y a las distintas encuestadoras, para que sigan otorgando el 63 por ciento de aprobación o cifras por el estilo, y otra cosa muy distinta es la realidad. Nadie sabe mejor que el gobierno y López Obrador que esas encuestas con esas cifras de aprobación son una vil patraña.

Basta salir a la calle y hablar con la gente, subirse a un taxi y hablar con el conductor, o con el que maneja el Uber, para saber que cada día más gente está decepcionada del gobierno de López Obrador y de la magnitud de sus errores permanentes.

Es cierto que se llevó a cabo el 22 de octubre  un desayuno donde participaron altos mandos del Ejército y de la Fuerza Aérea en funciones y en situación de retiro, en el que el General Carlos Demetrio Gaytán Ochoa dijo en un discurso en el que los asistentes lo aplaudieron de pie, entre otras cosas, que “está polarizada políticamente porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se basa en corrientes pretendidamente de izquierda que acumularon durante años un gran resentimiento.” El general Gaytán prosiguió: “Respetando el pacto social, así llamado por el francés Juan Jacobo Rousseau, y respetando nuestra propia normatividad vigente, no podemos soslayar que el hoy titular del Ejecutivo ha sido empoderado legal y legítimamente.

Sin embargo, es también una verdad inocultable que los frágiles mecanismos de contrapeso existentes han permitido un fortalecimiento del Ejecutivo que viene propiciando decisiones estratégicas que no han convencido a todos, para decirlo con suavidad. Sin tapujos, el general Gaytán, que fue el principal orador de ese evento donde afirmó: “Ello nos inquieta, nos ofende eventualmente, pero sobre todo nos preocupa, toda vez que cada uno de los aquí presentes fuimos formados con valores axiológicos sólidos, que chocan con las formas con que hoy se conduce al país.” A continuación, el General Gaytán dijo: “Pero estoy convencido que es mi deber irrenunciable mantener invariables los principios de honor, valor y lealtad para con el pueblo de México, ¡Sí!, para con el pueblo de México”[1].

Lo menos que se puede deducir del mensaje del General Gaytán es que existen molestias en las fuerzas armadas por cómo se conduce actualmente el país.

¿Cómo no van a existir molestias cuando debido a la pésima planeación del gobierno en el operativo de Culiacán, el crimen organizado casi asesina a mujeres y niños en barrios militares? ¿Cómo no van a existir molestias en las fuerzas armadas, cuando López Obrador las ha denostado reiteradamente e incluso habló de desaparecer al Ejército?

¿Cómo no van a existir molestias en las fuerzas armadas cuando López Obrador, como Comandante en Jefe les dio una orden, que subsistió durante la mayoría de los meses que lleva de gobierno, de que no pueden abrir fuego, aunque los ataquen? ¿Esta cambió a la modalidad de que pueden abrir fuego solo si es imperioso defenderse, esto debido a múltiples reclamos de distintos sectores?

¿Cómo no van a existir molestias en las fuerzas armadas cuando cualquier ciudadano que razone tiene perfectamente claro que el gobierno de López Obrador no tiene la menor idea de qué hacer en materia de seguridad?

Para terminar de arreglar la situación, desde el púlpito presidencial, que significan las conferencias mañaneras, hizo menos y ninguneó al General Gaytán diciendo que “él había sido un subsecretario”.

Mucho ojo señor presidente que puede terminar siendo un muy mal negocio ningunear y humillar constantemente a hombres armados.

Pero en el tablero de la realidad, lo que tenemos es que el que está camino a un Golpe de Estado blando, como se le ha dado en llamar a las dictaduras de fin del siglo XX y principios del siglo XXI, al estilo la de Venezuela, donde se conservan las formas de las instituciones, como el Congreso, pero sus funciones son manipuladas completamente desde el Ejecutivo, y la suma del poder la ostenta el presidente, aunque haya división de poder aparente. En el Golpe de Estado blando el que gobierna no es un militar, es un civil, al estilo Maduro, aunque los derechos civiles son suprimidos, al menos en la práctica, así como las libertades civiles.

La Ley Bonilla es una clara muestra de esas intenciones de un Golpe de Estado blando, en donde no aparecen los militares en primera fila, pero se tuercen las normas, la Ley e incluso las formas, para hacer Ley sus propios designios, más allá de las reglas establecidas de la democracia vigente.

Experto en manipulación, y en particular en echarle la culpa de todo a los otros, López Obrador defenderá sus fracasos permanentes y su intención de perpetuarse en el poder, acusando a cualquier crítico y opositor de desestabilizar, es decir, le echará en el rostro a sus críticos lo mismo que hace él.

En el 2009, después del Golpe de Estado en Honduras, hice público un Proyecto de Convención Contra los Golpes de Estado. Al día siguiente la de la Conferencia de prensa se había publicado en la prensa escrita de 15 países y lo había sacado CNN. Pero esa será historia de otro capítulo.

 

 

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