Por Gerson Gómez

A punto de economía de guerra. Las rentas escalaron de manera inesperada. Comprar bienes raíces, solo los profesionistas de áreas privilegiadas.

Con información directa desde Palacio Nacional. Para todos nosotros, los terrenales, llegar a fin de quincena, refleja la discordancia entre el discurso oficial y la carestía.

Alimentos de calidad, no. Solo marcas genéricas. Carne al asador, solo de gorra. Paseos a los  outlets, en semana santa y diciembre. Mientras no se cierre la frontera por pandemia. Los grupos criminales organizados también llevan el porcentaje de ganancia.

Tarjetas de multiviajes en el servicio urbano. A disposición de los becarios estudiantiles. Menos a los de las universidades privadas. Tampoco practican el carpool ni la solidaridad en el trayecto.

Sus padres están de viaje en Andalucía. Esquiar en la parte vieja de Europa es mejor a toparse con los de siempre de la colonia en Colorado.

Usa los vales de despensa. El porcentaje de salario acumulado. Con pocos detalles la libreta de raya se ha ido completa.

Falta tanto para el cambio de sexenio. La verdadera elección, es arriba del río Grande. Donde el botón rojo de la destrucción masiva lleva años en espera.

De regreso la dieta de productos chatarra. La soda helada paga la mayor cantidad de impuestos. Todo el downtown de la ciudad vende cristal, cocaína en piedra y mariguana.

Jale para vivir como maje. Aspire a conocer todos los modelos premium de los vehículos importados.

Mate el cerebro con sus tablets. Nada mejor a eso. La realidad, la cruda verdad de la vida, ya nos lleva entre el trote de los caballos.

Fin de semana extendido. Jesucristo murió en la cruz de Iztapalapa. Las playas de Acapulco y de Neza. Las atiende el gobierno de todos. Partículas suspendidas de excremento. 

Héroes de la gran época dorada de vivir sin rumbo fijo.