Sácale jugo a tu gasto en experiencias

Monedero con dinero

Por Edith Esquivel

Escuchaba hace poco la pelea de una pareja sobre dinero. Ella quiere ahorrar para terminar de pagar la casa. Él quiere ahorrar para irse de viaje. 

Normalmente, un gurú financiero se pondría del lado de ella. Eliminar las deudas lo más rápido posible parece ser lo más responsable. Sin embargo, yo conozco a una persona que se pondría del lado del caballero. Se llama Bill Perkins, y es autor del libro: “Morir con cero”. Su libro dice que debemos aspirar a gastarnos todo nuestro dinero en vida. 

Considero que el libro de Bill me abrió los ojos en muchos aspectos, aunque hay algunas cosas con las que no estoy de acuerdo. Su aportación más importante es su análisis de un tema crucial en las finanzas personales: la relación entre el dinero y el tiempo. Si bien es cierto que tus inversiones crecen más con el tiempo, Bill argumenta en su libro que el número de experiencias a nuestra disposición se reduce también con la edad. Y afirma que la forma de sacarle más jugo a la vida es maximizar el número de experiencias, particularmente las positivas. 

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El problema del término “maximizar”
Bill asume que a través de la maximización del número de las experiencias de tu vida, podrás maximizar tu satisfacción. El problema es que Bill Perkins es todo menos neurobiólogo. Es inversionista, productor de cine, autor y jugador de póker. Su visión de la vida puede tener sentido lógico, pero la biología humana no siempre sigue las reglas de nuestra lógica. 

El papel de la dopamina
Esto nos dice el libro de la doctora Anna Lembke llamado “Generación dopamina”. La doctora Lembke es psiquiatra y especialista en medicina de las adicciones en la Universidad de Stanford, con décadas de experiencia en práctica clínica e investigación científica. Con más de cien artículos científicos publicados, explica en su libro qué sucedería en un cerebro con la maximización de experiencias positivas que propone Bill Perkins, analizando el papel de la dopamina en las experiencias. 

La dopamina es uno de los neurotransmisores más importantes involucrados en el sistema de recompensa del cerebro. La dopamina genera un placer más relevante en la motivación para obtener una recompensa que en el placer de la recompensa en sí mismo. “Desear más que disfrutar”. 

Por ejemplo, en estudios de laboratorio descubrieron que los roedores sin dopamina no pueden moverse un centímetro para obtener comida, pero si se las ponen en la boca, la disfrutan. 

El dolor y el placer son dos caras de la misma moneda
La dopamina se utiliza para medir el potencial adictivo de cualquier comportamiento o droga. Todos tenemos un nivel base de dopamina que segrega nuestro cerebro cuando estamos en calma. Cuanta más dopamina libera una actividad y cuanto más rápido lo hace, más adictiva es la actividad. A continuación te presento algunos ejemplos de actividades altamente “dopaminérgicas”, es decir que liberan mucha dopamina:

Comer chocolate 55% sobre el nivel base
Practicar el sexo 100% sobre el nivel base
Fumar nicotina 150% sobre el nivel base
Consumir cocaína 225% sobre el nivel base
Ingerir anfetaminas 1000% sobre el nivel base

 

El placer y el dolor se procesan en regiones cerebrales superpuestas y funcionan como en una balanza. Cuando experimentas placer, se libera dopamina y la balanza se inclina hacia el lado del placer. Si se inclina mucho y muy rápido, hay más placer. Pero la balanza quiere mantenerse nivelada, en equilibro. No se quiere inclinar mucho tiempo hacia un lado en particular. Entonces cada vez que el equilibrio se inclina hacia el placer, los mecanismos de autorregulación, como en acto reflejo, entran en acción para nivelarlo. ¿Cómo? Inclinando la balanza hacia el dolor. La doctora Lembke advierte: “Cualquier desviación prolongada o repetida de la neutralidad o el equilibrio tiene un costo. Ese costo es una reacción opuesta al estímulo recibido.” Es decir, todo lo que sube tiene que bajar. 

Tu cerebro es una alberca de olas
Otra metáfora que permite entender cómo funciona la dopamina en el cerebro es la de una alberca de olas. Supongamos que el agua está en calma y el nivel llega a la orilla misma de la alberca. Este es el nivel base de dopamina. Luego hacemos una ola grande (consumiendo un pastel de chocolate) pero, ¿qué sucede? La cresta de la ola es de un metro de altura, pero después el valle producido por la ola es también de un metro de profundidad. En este valle es donde se busca una nueva dosis de dopamina, pensando que esto sería la solución. El valle es esa sensación de desánimo después de una fiesta. O sentirse decaído al lograr una meta. O ese vacío incómodo cuando acaba tu serie favorita, por ejemplo. Es en estos momentos que puedes estar tentado a recurrir al estímulo para tratar de eliminar la sensación desagradable. Es necesario comprender que es muy normal estar desanimado después de un estímulo fuerte, y si esperas un poco, regresarás a la normalidad. 

Ondas

 
Maximizar el placer maximiza el dolor
Pero a veces no queremos esperar. Es natural querer recrear las sensaciones agradables pero el problema es que la exposición repetida al mismo placer hace que el placer sea más débil y breve y la respuesta del dolor para equilibrar es más fuerte y prolongada. Entonces, necesitas más cantidad de estímulo para tener el mismo efecto. A esto se le llama tolerancia.

El consumo excesivo y prolongado de experiencias que generan dopamina, y todas las experiencias agradables la generan, conduce a un estado de déficit de dopamina. Debido a las salpicaduras de las constantes olas, cierta cantidad de agua se sale de la alberca, y entonces el nivel base es más bajo que el que existía antes de que comenzaran las olas. Esto significa que disminuye tu sensibilidad a la dopamina por recompensas naturales como salir a caminar, ver un atardecer o charlar con un amigo. 

El hedonismo, es decir, la búsqueda excesiva del placer, conduce a la anhedonia, la incapacidad de experimentar placer de cualquier tipo. En este punto, el estímulo se busca solo para sentirse normal.

Gastar en experiencias y no en cosas
A menudo, en sitios de finanzas personales, se mencionan estudios que concluyen que es más beneficioso gastar en experiencias y no en cosas. Yo creo que las finanzas sanas te otorgan muchas experiencias. Yo he disfrutado las siguientes: 
•    La experiencia de no preocuparme cuando desapareció mi empleo. 
•    La experiencia de no preocuparme cuando inició la huelga en el lugar de trabajo de mi esposo. 
•    La experiencia de no preocuparme por el dinero cuando me enfermo. 
•    La experiencia de no preocuparme por el dinero cuando tuve un hijo. 
•    La experiencia de sentirme dueña de mi tiempo. 

El dinero que no se gasta ni en experiencias externas ni en cosas también produce experiencias en tu vida interior. Hasta cierto punto. Porque como dice Bill, cuando acumulas una cantidad suficiente para satisfacer todas tus necesidades básicas presentes y futuras, no tiene caso seguir acumulando. Pero como no tenemos la vida comprada, y como seguramente no tendremos ganas o salud para subir montañas a los ochenta años, nuestro presupuesto mensual debe incluir un “apartadito” para planear a la edad correcta las experiencias que nos durarán para toda la vida en la memoria. Pero busquemos memorias que de verdad queramos tener, no lo que otros te dicen que hagas o lo que sientes que impresionará a tus conocidos. 

Usar la biología para maximizar experiencias
Si maximizar la cantidad o el precio de las experiencias fuera la clave de la satisfacción, entonces verdaderamente los ricos serían las personas más satisfechas del planeta. Pero la clave del disfrute no está en el precio en la etiqueta de una actividad, sino en conocer a la dopamina y usarla a nuestro favor. A continuación te doy ocho consejos para lograrlo: 

1.    Esperar
Es conveniente esperar a que el malestar pase después de la cresta de una ola de dopamina. Recuerda que satisfacer ese deseo no traerá el placer esperado. Si esperas lo suficiente limitando los hits de dopamina, tu cerebro se adaptará y restablecerá su equilibrio de base. Así volverás a disfrutar de recompensas sencillas y cotidianas: Nadar, una comida con amigos, un paseo en el parque. Aunque no está de más recordarte que el dolor y el placer dependen de la percepción de cada quien. Una comida familiar podría ser muy dolorosa para algunos, o un chapuzón en la alberca podría darte un paro cardíaco. Haz una lista de los placeres cotidianos que más te gustan. 

2.    Espaciar
Se recomienda espaciar adecuadamente las experiencias intensas, para que tengan ese efecto de “primera vez”. Si todos los días comes en un restaurante cinco estrellas, entonces tu disfrute de la comida será mucho menos satisfactorio que el de una persona que acude una vez al año. 

3.    Variar
Debido a lo anterior, es conveniente explorar una gran variedad de experiencias distintas y no centrarse en unas cuantas. De ahí la frase: “La variedad es el alma del placer”.

4.    No juntar siempre en una misma experiencia varios placeres intensos
Lo que resulta de esta práctica es una cresta demasiado alta, con un valle inversamente proporcional. Por ejemplo: En alguna época tuve muy poca motivación para ir al gimnasio, y me di cuenta que se debía a que siempre iba con audífonos, escuchando mi música favorita, y con una lata de bebida energizante. Aunque a veces todavía lo hago, procuro que no se vuelva un hábito. Varío el tipo de estímulos que mezclo con mi sesión de pesas. 

5.    Primero el dolor, luego el placer
Esto va a sonar muy raro, pero otra estrategia excelente es buscar experiencias que contengan cierto “dolor” o incomodidad, para que el cerebro compense con placer sin que haya un bajón posterior. Por ejemplo: un entrenamiento intenso con pesas en el gimnasio, seguido de un descanso en el vapor; o un regaderazo de agua fría en ayunas seguido de un desayuno sabroso. Aunque el solo esfuerzo del gimnasio y la incomodidad del agua fría ya te garantizan un placer secundario. Pero ten cuidado, pues este placer también puede provocar adicción, así que es recomendable que sea de baja potencia y espaciado. 

6.    Privación estratégica
Comer con hambre, dormir cansado, espaciar el sexo, espaciar una película o los capítulos de una serie. Detener la reproducción de música y luego continuarla. La sociedad actual nos da todo a manos llenas con muy poco esfuerzo de nuestra parte, pero privarnos de algunas cosas nos permitirá disfrutarlas más. 

7.    Personas y recuerdos
La mejor forma de hacer que una experiencia tenga un bajo nivel adictivo y un efecto duradero en el bienestar es que se haga de manera social, y que nos genere recuerdos que sean valiosos y que deseemos atesorar. Esa es la razón por la cual los anuncios de cerveza muestran grupos de amigos divirtiéndose juntos, y nunca nos presentan a un borrachín solitario. 

8.    Concéntrate en el proceso, no en el resultado
Si no disfrutas el proceso, es muy difícil lograr cualquier cosa. La parte más disfrutable de una experiencia es la planeación. Platicar con otros sobre tus planes y saborear el lugar en tu imaginación da acceso al placer de viajar aunque nunca se materialice el viaje. 
Cómo sería un viaje optimizando la dopamina
•    Estudios señalan que el pico de disfrute en un viaje se da a los dos días de su comienzo. Después de las primeras veces en un sitio nuevo, se va reduciendo poco a poco el disfrute. Por eso, puede ser más eficiente hacer varios viajes cortos y espaciados durante el año. Probar cosas distintas o actividades que nunca has hecho antes durante el viaje podrían incrementar su disfrute. 
•    Incluye actividades retadoras en el viaje: aprendizaje de la historia y la cultura, actividades físicas o de aventura, o incluso simplemente levantar pesas en el gimnasio del hotel. Sufrir un poco te ayudará.  
•    Date un tiempo de “espera” con momentos de relajación, reflexión y mindfulness. Puedes hacer yoga, meditar o caminar por la naturaleza. 
•    Pon énfasis en lo social. Sal de viaje con un ser querido. Trata de conocer gente nueva y formar conexiones. Conversa con los locales, únete a un grupo de turistas, o si te quedarás en un lugar por más tiempo, inscríbete en alguna clase o club. 

Todo lo anterior se puede realizar con un presupuesto limitado. Es más, si tu presupuesto es demasiado grande, podrías caer en la tentación de maximizar las comodidades y los estímulos intensos y minimizar tu disfrute. 

Con estos consejos, quizás la pareja que mencioné al principio del artículo podría tener lo mejor de dos mundos: continuar los pagos de la casa y en lugar de hacer un viaje larguísimo a un lugar lejano y costoso, podrían organizar varios viajes cortos a lugares cercanos, centrándose en actividades retadoras que quizás ya no podrían realizar más adelante. 

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Para ver la entrevista de Andrew Huberman con Anna Lembke sobre la dopamina (en inglés): 
https://youtu.be/p3JLaF_4Tz8?si=A7E06K9GyTK5MS7_