Cuatro formas de organizar el dinero en pareja y cuál es la mejor

Por Edith Esquivel

Aunque ya escribí un poco sobre finanzas de pareja (aquí, aquí, aquí, aquí y aquí), en realidad hace mucho tiempo que he querido hablar específicamente sobre las diferentes formas en que las parejas pueden llevar sus finanzas. 

Y la razón es simple: La probabilidad de que alcances la tranquilidad financiera aumenta entre mejor relación tengas con tu pareja y mejor se administren juntos. 

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Comenzaré de lleno con un ejemplo, transcribiendo un caso anónimo que vi publicado hace poco en Reddit:

“Mi esposo de 35 años de edad y yo, de 32 años tuvimos a nuestro primer bebé hace tres meses. Tenemos 14 años de relación y 7 años de casados. Todo iba bien hasta que llegó la cuenta del hospital. Mi esposo y yo trabajamos y dividimos todos los gastos a la mitad y manejamos nuestro dinero por separado con la excepción de una cuenta en común para pagar los gastos de la casa. Durante mi embarazo, yo quería tener un parto natural y sin medicamentos. Sin embargo, después de 24 horas de trabajo de parto, cambié de opinión y pedí que me pusieran la epidural. Mi marido no tuvo problemas con eso e incluso me animó a ponérmela. Pero cuando ya estábamos en casa y llegó la cuenta, él me la entregó para que yo pagara el deducible del seguro médico con mis ahorros personales en lugar de usar la cuenta en común. Le pregunté por qué y dijo: “Tú fuiste quien no pudo aguantar unas cuantas horas más y por eso se infló la cuenta. Yo no tengo por qué pagar todas las cosas extra que pediste. Si yo quisiera darme un lujito, también tendría que pagarlo”. 

Me enojé mucho, pero él se niega a ceder. Dijo que estaba actuando como una princesita, exigiendo que él pagara todos los “extras” que pedí en el hospital. Cedí y pagué la cuenta, pero desde entonces no nos hemos dirigido la palabra y honestamente siento que me faltó al respeto. ¿Tengo derecho a sentirme así o son las hormonas? ¿La que está mal soy yo por esperar que contribuya al costo de mi parto? ¿Soy la mala por considerar el divorcio? Especifico que el problema no tiene nada qué ver con la necesidad económica. Ambos tenemos buenos trabajos y vivimos cómodamente. Debo añadir que mi esposo es medio codo”. 

El caso de arriba es bastante extremo. Probablemente el 99% de los hombres y las mujeres que lo lean le darán la razón a la madre del bebé. Pero precisamente por ser tan extremo, es interesante. ¿Cómo es que puedes pasar 7 años casada con alguien sin sospechar que actuará de esta manera? La respuesta es simple: a esta pareja le falta intimidad financiera. 

¿Qué es la intimidad financiera?
Es cuando tú y tu pareja pueden hablar y negociar temas fáciles y difíciles de finanzas y dinero abierta y honestamente, sin lastimarse en el proceso. 
Así como desarrollar la intimidad sexual puede tomar tiempo, lo mismo sucede con la intimidad financiera. Al principio puede ser incómodo pero con la práctica, hablar de dinero llega a ser otro placer más de la vida en pareja. Lo digo por experiencia. Es delicioso salir a tomar un café con mi esposo para hablar sobre nuestras finanzas: cómo reducir costos innecesarios y en qué vamos a gastar e invertir los excedentes, así como celebrar nuestros pequeños logros. 

La cuestión es que esta pareja optó por llevar finanzas separadas. Eso reduce dramáticamente el número de veces en que las circunstancias te obligan a practicar la intimidad financiera. No es que te salves de hablar de dinero, al contrario. Continuamente debes negociar quién paga qué. Pero son conversaciones superficiales. Crear una visión conjunta de una vida financiera en común no es un tema recurrente. 

Entonces, dado que les falta experiencia y práctica, no es de sorprender que ella no conociera este lado de su esposo, y que además no pudieran resolverlo civilizadamente. Una vez que entró un elemento nuevo a la ecuación, el bebé, la crisis se venía venir. No es lo mismo dividirte el costo de un colchón nuevo que dividir los costos de un pequeño humano con exigencias biológicas distintas para la madre y para el padre. 

Todas las pláticas profundas sobre dinero que se evitaron los primeros 7 años de matrimonio llevando finanzas por separado ahora se les vienen encima al mismo tiempo, en el peor momento posible, y desvelados por el bebé. Sus opciones ahora son: aprender de cero a negociar las nuevas finanzas con bebé, de preferencia con la ayuda de un terapeuta o, lo que sucede en muchos casos, que una persona de la pareja acabe sintiéndose víctima de una injusticia perpetuamente. Normalmente, la persona que se sentirá victimizada es quien pase más tiempo cuidando al hijo, porque verá disminuido su ingreso y si las finanzas se llevan como antes, estará en desventaja. 

Los planes para llevar las finanzas
Existen cuatro formas fundamentales de llevar las finanzas en pareja. Cada una con sus variantes y con sus pros y contras. Son las siguientes:

Plan A – Finanzas combinadas. Las decisiones de gasto e inversión se hacen juntos, y los dos tienen derecho a voto. Hay varias modalidades de este plan: a veces el sueldo de uno se usa para gastos y el sueldo del otro para ahorrar e invertir. Pero siempre los dos están involucrados en las finanzas y los dos tienen acceso a las cuentas. Este plan es el que más unidad y comunicación genera. El nivel de intimidad financiera está al tope y, consecuentemente, este es el plan con mayor probabilidad de crear riqueza para la familia. 

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Plan B – Finanzas separadas. Pueden llegar a funcionar cuando dos personas emocionalmente saludables y maduras operan como roomates en esencia, pero ambos tienen derecho a voto. Hay respeto y comunicación. La mejor modalidad es cuando la división de gastos se hace de acuerdo al ingreso de cada uno en vez de hacerlo por mitad. Este plan tiene una menor probabilidad de crear riqueza. Hay menos intimidad financiera, como vimos en el ejemplo, pero puede ser funcional, especialmente si no se tienen hijos y los dos tratan de ser justos. Este plan no funciona cuando hay gente ventajosa. Por ejemplo, sucede que ciertas mujeres consideran que es obligación del hombre mantener el hogar. Entonces ellas trabajan y se gastan su dinero como quieren y no aportan nada. 

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Plan C – Finanzas dependientes. Uno de los dos está a cargo del dinero y toma todas las decisiones financieras y el otro recibe cierta cantidad para sus gastos pero para todo lo demás tiene que pedir permiso y no sabe nada de las finanzas familiares. Opera como una relación de padre e hijo, y aunque ambas partes puedan estar de acuerdo, eso daña la relación porque anula por completo la intimidad financiera y reduce dramáticamente la posibilidad de acumular riqueza. Adicionalmente, si la pareja que maneja el dinero fallece antes, deja a la otra persona en la orfandad financiera, vulnerable a que otros se aprovechen de ella y a cometer errores graves en la administración del dinero. 

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Plan D – Finanzas tóxicas. Un miembro de la pareja está en control extremo del dinero y esto le permite controlar también a la persona. Hay violencia financiera. Por ejemplo, si pelean, la persona con el control del dinero podría restringir el acceso a ciertos bienes o servicios como una forma de castigo. Al menos en el 90% de estas parejas existe también la violencia física. La posibilidad de acumular riqueza en este plan es extremadamente baja. 

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Un ejemplo del Plan D sería la persona que escribió esto: “Yo le dije a mi pareja: “Debes pagarme por lavarte, plancharte, hacerte de comer y cuidar la casa, porque yo no tengo dinero para mis gastos”. Me respondió que yo no pago renta, no pago luz, y si cuido a los niños es porque también son mis hijos”

En este caso, la persona no recibe dinero para sus gastos pero su pareja le hace creer que es la mejor situación a la que puede aspirar porque “la mantienen”, siendo que el trabajo del hogar es posiblemente uno de los más pesados que existen. Si tienes dudas, pregúntale a un abogado especializado en divorcio. Ellos sí que saben a qué tiene derecho la persona que contribuye a la economía familiar con su trabajo en casa. 

El Plan A en una relación sana
La meta de toda pareja debería ser operar bajo el Plan A, pues tiene muchas ventajas. Con el tiempo, es la que produce una relación más cercana y mayor conexión. Hace que el dinero contribuya a que crezcan como pareja y generen mayor intimidad en otras áreas, incluso la sexual. 

Adicionalmente, al unir sus metas financieras las alcanzan más fácilmente, en parte porque hay más transparencia… tu pareja sabrá qué haces con el dinero y eso te hará pensar dos veces si tu gasto es parte de lo que quieren para su vida en pareja. Mi esposo y yo nos consultamos los gastos grandes, pero no por obligación, ni sintiéndonos menos libres, sino para aprender uno del otro y que la pareja nos dé una mayor perspectiva sobre el gasto que pensamos hacer. 

Cuando las parejas tienen hijos, tener finanzas combinadas da mayor seguridad psicológica a la persona que los cuida en casa. El dinero no es el único tipo de contribución que se puede hacer a la familia, y la mejor forma de reconocer esto es que la persona en el hogar tenga el mismo derecho a decidir sobre finanzas y acceso a los fondos. 

Adicionalmente, las finanzas en conjunto simplifican el día a día. No es necesario decidir qué porcentaje de cada gasto pagará cada quien. No hay sorpresas como en el primer ejemplo, donde la expectativa de división de los gastos sacó a relucir un profundo egoísmo o ignorancia cuando es quizás demasiado tarde. 

Las relaciones que no son tan sanas
El mayor problema del Plan A es, por supuesto, cuando se aplica en una relación que no es muy sana, porque las finanzas en común pueden complicar un proceso de divorcio. Aquí es importante establecer si quieren estar casados por bienes comunes o bienes separados. Aunque ya se hayan casado con una modalidad, pueden cambiarla cuando lo deseen. 

Mi esposo y yo nos casamos por bienes separados pensando en simplificar algunos trámites, aunque quizás sería más simple estar casados por bienes comunes. Para hacer nuestro propio régimen por bienes comunes, pusimos la casa a nombre de los dos y tenemos cuentas de inversión a nombre de ambos. El objetivo es que si algo pasa: uno de nosotros fallece, o se nos aloca la hormona y escapamos con un modelo musculoso o una jovencita curvilínea, la otra pareja sigue teniendo acceso a aproximadamente la mitad de los bienes y fondos. 

Cuando hay desigualdades y problemas 
Si tu pareja no lleva bien sus finanzas, sus acciones podrían arrastrarte a ti y a toda la familia al hoyo. Algunos deciden tener finanzas por separado hasta que ambos hayan logrado permanecer un buen tiempo sin deudas. 

En parejas con pocas habilidades de comunicación, juntar finanzas podría ser fuente de constantes discusiones. Y aunque en una relación sana las finanzas en común pueden no sentirse como una pérdida de libertad, en una relación que tiene problemas o donde no hay mucha compatibilidad, el hecho de compartir las finanzas puede sentirse como una pérdida de identidad propia. 

También cuando hay parejas muy desiguales, donde uno tiene gran riqueza y el otro no, puede ser necesario firmar acuerdos prenupciales y tomar algunas otras medidas personalizadas que haga sentir segura a la pareja y a la familia extendida. 

Cada pareja es un mundo
Cada pareja es un mundo y aunque doy pautas generales, habrá muchos casos que no se ajusten a un esquema particular. Por ejemplo, las parejas que se unen en un momento avanzado de la vida, que ya han tenido hijos si pensaban tenerlos, que ya han trabajado y ahorrado e invertido, podrían estar justificadas en su renuencia a unir sus finanzas. 

También habrá parejas que decidan no vivir juntas, o que en lugar de ser dos decidan hacer un trío. Habrá quienes tengan hijos pequeños cuando empiezan la relación y habrá quienes nunca los tengan. Cada caso será distinto y requerirá de mucho trabajo de pareja para que ambos tengan bien claro qué es aceptable y qué es inaceptable financieramente hablando. No hay que esperar a estar con el pantalón roto, tres bebés jalándote la blusa y ni un peso en la bolsa para reflexionar sobre cómo debería administrarse el dinero.  

Antes de los hijos
Es de especial importancia tener un plan para unir las finanzas cuando se planea tener uno o más hijos. Además de los gastos de higiene, vivienda, salud, alimentación, educación, vestido y entretenimiento que los niños requieren, habrá que considerar el tiempo que se les debe dedicar y la reducción en los ingresos que esto representará. 

Para que una persona se quede en casa a cuidar hijos, sobre todo si no están en el Plan A, es necesario asignarle un sueldo, para que pueda seguir contribuyendo a su ahorro para el retiro, a su seguro médico, y para que tenga un nivel de vida y financiero similar al de su pareja que trabaja en un empleo fuera de casa. 

Principios
Sin importar el plan que se elija, hay ciertos principios que siempre beneficiarán a la pareja:

  1. Hablar de dinero lo más pronto posible. Desde las primeras citas. No solo se pregunten si quieren hijos, o si quieren viajar, o dónde les gustaría vivir. Hablen de las implicaciones financieras de cada meta.
  2. Ser honestos. Compartir información de cuánto tiene cada uno, salario, gastos, deudas y metas financieras. A lo contrario se le llama infidelidad financiera, y puede tener los mismos efectos emocionales que la infidelidad sexual. 
  3. Una vez al mes. No solo hablar de dinero cuando hay una crisis o urgencia, programar cada mes una cita romántica financiera con vino, queso y una buena actitud.
  4. Ser flexibles y evolucionar con la relación. Hay momentos en que es importante replantear el plan financiero en el que se encuentran y el camino que más conviene seguir: la boda, una mudanza, la pérdida de un empleo, el nacimiento de un hijo, la manutención de algún familiar, o la lectura de un artículo que te ha abierto los ojos. Por ejemplo, mi marido y yo nos mudamos juntos y vivimos un tiempo con el Plan B. Cuando nos casamos, cambiamos al Plan A y llevamos 13 años muy contentos con él. 

Cómo preparar cada sesión de finanzas en pareja

  1. Elijan un momento y lugar en que los dos estén relajados y tranquilos, con suficiente disponibilidad de tiempo. Hagan el momento más agradable con sus bocadillos y bebidas favoritos. 
  2. Acuerden no ponerse a la defensiva en este espacio: interpreten de la mejor manera todo lo que pregunte o diga la otra persona. 
  3. Relájense. No empiecen con complicadas tablas de excel, recriminaciones o preocupaciones. 
  4. Empiecen con preguntas, no con respuestas. Interésense en cómo se siente la otra persona, hagan pausas cuando sea necesario. Algunos cuestionamientos pueden ser: ¿Cómo te hace sentir hablar de dinero? ¿Qué te gustaba y qué no te gustaba de la forma en que tus papás manejaban el dinero? ¿Qué opinas sobre mi forma de gastar? ¿Crees que debería cambiar algo? ¿Qué crees que es mejor: gastar o ahorrar? ¿Hay algo de nuestras finanzas que te haga sentir inseguro o culpable?¿Qué objetivo financiero es tu prioridad? 

La meta de estas pequeñas reuniones sobre dinero no es estar siempre de acuerdo, sino establecer que administrar bien su dinero es importante para ambos.

Conclusión
¿Has oído la frase “Mente sana en cuerpo sano”? Significa que si no cuidas tu salud corporal con buena alimentación y ejercicio, tu salud mental tampoco será buena. La salud de la mente empieza con la salud del cuerpo. 

Del mismo modo, la salud de tus finanzas empieza con la salud de tus relaciones: contigo mismo, con tus padres, con tu pareja, con tus hijos. 

Difícilmente te encontrarás a un asesor financiero que te pregunte cuántas veces te has peleado por dinero esta semana con tu pareja, pero yo creo que sería una excelente pregunta. A veces, lo más urgente que debes hacer para blindar tus finanzas contra la pobreza no es hacer un presupuesto, es conseguir un buen terapeuta de pareja. 

Y a ti, ¿te satisface cómo organizas el dinero con tu pareja o te sientes víctima de una injusticia? Cuéntame en los comentarios o suscríbete a mi lista de envío, para que tengas mi correo electrónico y puedas escribirme ahí directa y anónimamente tus dudas: 

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