La zona muerta

Por Gerson Gómez Salas

Se enchiló con las preguntas de los reporteros de la fuente. Le pidió a una de sus ayudantes le acercara la botella con agua. Miró con desprecio a cada uno de los asistentes del otro lado de la mesa.

La ingratitud es una incapacidad de los seres humanos. De un momento a otro pueden hasta morder la mano de quien los alimentó. Por las mesas de redacción les hizo llegar su iguala mensual. Fueron cuatro años de luna de miel. Pero así es esto de la suerte.

Bajo la premisa acusatoria de colusión con los líderes de los transportistas y los desarrolladores inmobiliarios, no requirió de ponerse en pleito con los grupos de narcotraficantes.

Pintó su raya. Mientras ellos no se involucraran con los ciudadanos ni cometieran delitos de alto impacto, la tregua respetaría sus negocios. La báscula de la memoria se mantendría equilibrada.

No podía dejar de pensar en Eliam. Su amante se había marchado un mes a la India. Desde el inicio de su administración, en la borrachera del triunfo, la había conocido. Fue ella una de las donantes en la casa de campaña. 

-Ingeniero, yo si le creo a su promesa. Usted va a cambiar la historia de Nuevo León. Ya estamos hartos del bipartidismo. Todos son bandidos. Usted les va a partir la madre.

Le enamoró su forma de hablar tan ligera, solvente y echada para adelante. 

Eliam apenas acababa de terminar su carrera en Letras. Devoradora de libros, de familia humilde, con el color de piel más blanco, un poco saltones sus ojos, pechos pequeños, nariz regular, pero la sonrisa, era la perla del mar en celo.

Deslizó la tarjeta personal, no la de los mítines. Intercambiaron números móviles. Apenas terminó la celebración y le mensajeo tantas ideas. Le expuso el plan de trabajo. Por sobre todas las cosas la imaginó en su despacho privado. 

Esa noche, mientras hizo el amor con su esposa, gobernador electo, transpuso el rostro de una sobre la otra. A muy poco de decirle el nombre de la nueva amiga a su mujer. Eso lo habría delatado demasiado pronto. Aun no se sentaba en la silla maldita, como se le ocurrió nombrar al sillón ejecutivo de su antecesor.

Convirtió a Eliam en su amante desde el primer día de gobierno. Poco importó los 35 años de diferencia. No le resultó tan caprichosa como las anteriores. Era mucho más culta, menos fijada en los asuntos económicos.

Oculta en la nómina de Seguridad Estatal, Eliam todas las mañanas del primer año esperaba la visita de doctor del Ingeniero. Se fue adentrando en el sintoísmo. En la práctica de la yoga. Para ella estaba el proceso de ser el remanso de paz de su hombre.

Liberarlo de cada una de las batallas cotidianas. Donde los consejeros personales, los asesores no llegaban, Eliam lo resolvía con masajes íntimos.

El ingeniero le mejoró el busto, la cintura, las orejas y hasta le compró la cama de bronceado, todo con generoso cargo al erario, en gastos diarios de la dirección de comunicación social.

Ya lo habían agarrado de escarmiento los jefes de los periodistas. Los patrones de los informadores. Un día y el otro también, el fuego cruzado de notas negativas lo mantuvo contra las cuerdas.

Prefería pasar la semana en la ciudad de México. Buscando infructuosas citas con los Secretarios de las diversas carteras. Pasear por Polanco, comer oculto en Las Lomas y deambular buscando una casa de exilio en San Ángel.

Se imaginó presidente una vez y despertó con el repudio de su estado natal. Solo Eliam le perdonaba todo. Hasta la forma tan vulgar de apropiarse de terrenos en el sur del estado y en el municipio de García.

Su vida decadente y en una zona muerta. Sin la capacidad de supervivencia política. Todos los cartuchos del parque se humedecieron, se tronaron o salieron defectuosos.

Por lo menos la sexualidad, las pastillas azules y Eliam, lo mantenían con los dos pies en la tierra. Pero ya era demasiado tiempo de ella en su viaje por oriente.

Lo carcomían los celos y la desesperación de una grata encontrona después de la pasividad de su mujer en casa, los escándalos de la aprobación de la jubilación adelantada de su suegra, con el sueldo tan alto como un directivo de primera línea, cuando ella apenas había concluido la primaria.

Pero compromisos son deudas morales y esas siempre se van a respetar. Lo dijiste en el comedor de tu hogar. Te aplaudieron tus hijas.

Ningún pelagatos reportero me va a decir cómo voy a terminar mi administración. Voy a pasar como el mejor gobernador de toda la historia del estado. Me van a recordar como el libertador. Quien quebró la dominación del bipartidismo.

Eliam, al otro lado del planeta, le envía un video, mientras se purifica en las aguas dulces del rio Ganges.

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