Trabajo y esfuerzo, la otra cara del "Barrio Bravo"

Para los que no viven en Tepito, este es uno de los barrios más peligrosos de la Ciudad de México, donde los delincuentes asechan a los visitantes que acuden al tianguis a comprar ropa, zapatos, electrónica, línea blanca, tecnología y piratería.

Pero para quienes sí han vivido y trabajado toda su vida en el “Barrio Bravo”, como es el caso de la señora Martha Irene Rodríguez Guerrero, lo anterior se debe a que únicamente hablan de lo malo y no saben la historia que hay detrás de cada persona que vive en dicho lugar.

“Tachan como lo peor a su gente. Pero uno no sale a hacer maldades, sino a chambear, a ganarse la vida. El problema es cuando se suelta el chamuco y quienes terminan pagando son los comerciantes”, dijo

De carácter duro y desconfiada de la gente, Martha Irene platicó a Diario de México que nació hace 65 años en Santa Clara, Jalisco, tuvo 10 hermanos, siete hombres y cuatro mujeres. “Mi papá era del campo, trabajábamos desde las cuatro de la mañana hasta las cinco de la tarde, iba a sembrar cacahuate, frijol, maíz; todo lo llevábamos a Tepic, Nayarit”.

Cuando cumplió siete años de edad, Rodríguez Guerrero, fue llevada por sus padres a trabajar a un hogar “adinerado”. “Mi mamá me llevaba a trabajar a una casa por tres meses, no me dejaban salir hasta que cobraran. Hacía lo que me pedían, tender las camas, limpiar el piso a rodillas”.

Martha llegó a la mayoría de edad y su gran sueño aparte de buscar nuevas oportunidades era “casarse de blanco”, pero para su mala suerte un hombre se aprovechó de ella y a sus 17 años de edad quedó embarazada.

“Yo me vine a la Ciudad de México sola porque quise ver otras oportunidades, mis hermanos tenían miedo. Mi primer trabajo fue en un restaurante ubicado en la colonia San Rafael, lavaba los trastes”, relató.

Después de algunos años viviendo en la capital, conoció a Julián Ceballos Casco, artista plástico del barrio de Tepito, que formó parte de los fundadores del movimiento Tepito Arte Acá cuyo legado e influencia han sido determinantes en la cultura contemporánea del país.

Martha tuvo a su segunda hija, Paula Carolina Sarquis Rodríguez, y después llegó su tercer hijo, Alfonso Jacobo. Sus hijos comenzaron a trabajar desde los cinco años de edad, entre sus primeros trabajos, vendían periódicos. Al ver a mis hijos trabajando en la calle, me dije, “pones a tus hijos a trabajar aviéntate tú también, qué te pasa, no seas pendeja”.  Por eso le pido a mis hijos que me perdonen si algo hice mal”, suplicó Martha a sus descendientes.

Alfonso recordó que cuando era un niño vivió en un cuarto de azotea junto a su familia. Después de que mi hermana y yo nos metíamos a nadar y sacar monedas de un canal que estaba en la calle de Corregidora; hoy día nosotros estamos bien. Dios es grande, nos ha bendecido como familia”.

Paula Carolina, de 42 años de edad, segunda hija de Martha, añadió “este barrio sí es bravo, se convirtió así porque tu mamá te decía,  o te das en la madre o te la voy a dar a ti por pendeja”.

Para ambos “vivir en Tepito es más seguro que en otro lado de la capital, por lo menos aquí conozco a la banda, en otros lados. La verdad la gente de afuera ha venido a darle en la torre al barrio y aquí todos cuidamos lo que nos da de comer”.

Durante un recorrido por algunas calles de Tepito, se ubica un puesto de películas, en donde trabaja María Isabel Estrada Godoy, madre de tres niñas y un niño. Lleva más de 13 años laborando en dicho lugar y desde entonces ha buscado el apoyo que brindan las autoridades del programa madres solteras o jefas de familia, “ojalá algún día apoyen de verdad a la gente que lo necesita y no a quien tiene todo”, concluyó.

El sonido de un MP3 con lo más reciente de reggeton y música grupera retumba entre los puestos tubulares. Al son de Despacito, un joven pregona sobre un banco de plástico “aquí pura calidad, pásele jefa, qué se va a llevar, barato, llévele, llévele”.

Alrededor del bote de tamales se aglutinan varios “diableros” que empiezan su jornada laboral con una “guajolota” en mano y un café ante la vaporosa olla que les brida calor con el agradable aroma de los tamales que esta mañana sirven de alimento que les dará la energía para llevar de un punto a otro las mercancías.

Aunque las noticias sigan llegando con fotos y relatos de asaltos y sangre, los tepiteños seguirán levantándose a las cuatro de la mañana para poner sus puestos y seguir dándole vida al tradicional tianguis de Tepito pues según ellos.

FRASE “aquí somos gente de trabajo, nuestros hijos van a las escuelas, somos un barrio bravo y lo bravo se demuestra con trabajo y esfuerzo”.