El gobierno de Rusia dio fecha límite el próximo 5 de abril para que 60 diplomáticos estadounidenses abandonen el país. Esta decisión es una respuesta a la postura de Estados Unidos, que anteriormente había expulsado a 60 diplomáticos rusos como medida de seguridad por el envenenamiento de un exespía que trabajaba para la Gran Bretaña.
Sergei Skripal, de origen ruso, trabajaba como espía para la Gran Bretaña. Reside en Moscú y el 4 de marzo se encontraba de visita en un centro comercial en la ciudad británica de Salisbury con su hija de 33 años cuando fue envenado con un agente que afecta el sistema nervioso y que fue desarrollado por la Unión Soviética en la década de los 70.
Ante esta situación, el gobierno británico culpó a Rusia de haber atacado a Skripal y a su hija, por lo que decidió expulsar a 23 diplomáticos rusos de su territorio. Estados Unidos también se unió, expulsó a 60 rusos y cerró el Consulado en la ciudad de Seattle.
Por ello, el gobierno ruso ha tomado cartas en el asunto contra Estados Unidos y ordenó la salida de 60 diplomáticos, además de anunciar el cierre del consulado estadounidense en la ciudad de San Petersburgo.
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De los 60 estadounidenses expulsados, 58 trabajan en la Emnajada en Moscú y dos más en el consulado de Yekaterimburgo y fueron declarados personas no gratas.
El estado de salud de Skripal es delicado y en caso de sobrevivir podría quedar parapléjico, mientras que su hija se recupera favorablemente al punto que ha recuperado la conciencia y es capaz de hablar.
