"Tengo una muerte segura si regreso": Migrantes en la frontera sur de México claman por refugio
En la frontera sur de México, un creciente número de migrantes centroamericanos se encuentra varado, atrapado entre la violencia ineludible de sus países de origen y las políticas de asilo cada vez más restrictivas de Estados Unidos. La única esperanza para muchos es obtener refugio en México, pues el regreso a casa representa una condena de muerte.
Los testimonios de extorsión y violencia son el motor detrás de este éxodo forzado.
La huida de las pandillas y el clamor por la residencia mexicana
Steven Armando, un joven guatemalteco de solo 20 años, es la voz de esta desesperación. Huyó de su país tras presenciar cómo la Mara Salvatrucha y la Mara 18 asesinaban a tiros a sus tíos y primos por no poder pagar las cuotas de extorsión. Ahora, como único sobreviviente de su familia, teme volver a Guatemala.
"Ya no para nada. De primero, es lógico que tengo una muerte segura; segundo porque no tengo nada allá: porque me miran como un blanco fácil. Me ha obligado a evitar que me maten y vivir aquí", relató Armando a EFE. Su súplica es clara: "Lo que pido es la residencia mexicana para estar tranquilo y trabajar libremente, no tengo idea de ir a Estados Unidos".
Otro compatriota, Douglas Bryan Velázquez Hernández, corroboró la extensión de las extorsiones, asegurando que hasta una vendedora ambulante paga cuotas que inician en $26 dólares (200 quetzales) y cuya negativa se paga con la vida. Velázquez Hernández incluso denunció la complicidad policial en Retalhuleu, Guatemala: "Los mismos policías dicen cuando uno va a poner la denuncia... Los mismos policías andan con ellos, lo que nos obliga a salir de nuestro pueblo".
La violencia forzada aumenta: Un reflejo de la ACNUR
La difícil situación en la frontera se ve reflejada en datos recientes de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). La agencia reportó que el 61% de la población que ingresó de forma irregular a México en 2025 fue víctima de violencia, amenazas o intimidación en su nación de origen. Este porcentaje es significativamente superior al 53% registrado el año anterior, evidenciando un deterioro en las condiciones de seguridad que fuerzan la migración.
Incluso en países donde oficialmente las pandillas han sido desarticuladas, como El Salvador, el acoso persiste. Carlos Castillo Cardozo relató cómo las autoridades lo persiguen y detienen en las calles por su aspecto, a pesar de la supuesta ausencia de pandillas.
Mientras esperan en la incertidumbre de Tapachula, esta comunidad clama a las autoridades mexicanas que "pongan la mano en la conciencia" y agilicen los procesos de refugio, una medida que les permitiría dejar atrás la vulnerabilidad, los asaltos y la explotación económica que enfrentan en su estatus irregular.