¿Ahora me crees?... El ánima ‘caza rebeldes’ del Metro Doctores

El momento de los creepy

El Momento de lo Creepy de Diario de México TV

Por César Hernández

Debí escuchar las advertencias de mi familia antes de irme de fiesta con mis amigos.

"¿Realmente piensas salir a estas horas de la noche?", preguntó mi papá.

"No es tan tarde, además ya te dije que pienso quedarme a dormir en casa de mi amigo Ernesto", contesté.

"Hazle caso a tu padre, solo quiere que entiendas el peligro al que te expones por querer andar solo", comentó mi madre.

Con una mirada desafiante respondí "Ya soy mayor de edad, sé cuidarme yo mismo".

A pesar de que ambos seguían exponiendo las consecuencias sobre mi decisión, hice caso omiso y me dispuse a salir por aquella puerta sin saber que esa era la última vez que iba a verlos.

De camino a la estación del Metro Doctores, la más cercana a mi casa, un señor se me acercó y me preguntó: “¿Por qué estás tan tarde en la calle, no te da miedo andar sin compañía?”.

Tajantemente contesté: "Déjeme en paz, no se meta en mi vida".

“¿Sabías que existe una leyenda urbana acerca de un espíritu que se lleva las almas rebeldes?”, insistió aquel hombre.

Solté una carcajada y de forma irónica respondí "¿No me diga? Yo no creo en esos absurdos cuentos para niños".

El sujeto se me quedó viendo y con una sonrisa macabra dijo: "Conste que te lo advertí", al escuchar ese último diálogo una ola de escalofríos recorrió mi cuerpo, rápidamente me alejé y abordé el vagón del Metro que había llegado a la estación.

Restándole importancia a aquella conversación tomé mi teléfono y mandé un mensaje de texto a mi amigo para decirle que iba en camino a la fiesta. Al llegar a mi destino, me paré de mi asiento y me acerqué a la puerta, sin embargo, el Metro no se detuvo y continuó con su trayecto.

Supuse que aquella estación estaba fuera de servicio, no obstante, al paso de las siguientes paradas el tren no frenaba y comencé a preocuparme, en un instante, el convoy se llenó de neblina y aceleró su marcha. Intenté realizar una llamada, pero no tenía señal, súbitamente el tren se detuvo lo que causó que perdiera el equilibrio y cayera.

Al levantarme, ví como la puerta de la cabina del operador se abrió, con temor me fui acercando y al llegar al borde me llevé una enorme sorpresa, el conductor era el mismo hombre que antes me había encontrado, solamente que está vez tenía un aspecto aterrador.

“¿Ahora me crees?”, exclamó el hombre con un tono de voz grave.

Lo último que recuerdo es que quedé atrapado y pese a mis esfuerzos no pude salir de ese terrible lugar, el tren se adentró en un túnel lleno de oscuridad y jamás volví a saber de mi familia.