Por Gerson Gómez

Benito Juárez lo es todo.  Lo inculcaron en los libros de texto. Nuestras avenidas principales llevan su nombre. Hablan del logro del indio oaxaqueño. Al dejar la parcela e irse a buscar progreso social.

Aprendió a hablar castilla. En sus lecturas e ideales, forjados por los religiosos. Sus tiempos libres, del adolescente, desarrollar el intelecto meteórico de un progresista liberal.

Graduado en leyes, la construcción de la nación mexicana, la defensa de la soberanía.

Juárez conoció el exilio. También la muerte de sus seres queridos. Desde los Estados Unidos de América, intercambiaba misivas con el deseo pronto de regresar a la patria.

Sus textos son brillantes. Aunque bastante ingenuos y lejanos a la contundencia del prócer cubano José Martí. 

Convertido a la secta de los masones, Juárez vive muchas de las páginas convulsas de la historia. El hastío de quienes se pensaron intocables. Un imperio con Maximiliano de Habsburgo. 

Le atribuyen muchas fábulas. Como el indulto a su hermano masón Maximiliano. A quien los algunos historicistas descabellados lo sitúan en Centroamérica, viviendo descalzo como ofrenda al perdón de Juárez.

También el intento de vender, a la par de su alteza Serenísima Antonio López de Santana, para lograr ingresar a las arcas nacionales divisas necesarias para sostener su gobierno. Pelea contra todos, incluyendo la Iglesia Católica.

Benito Juárez tan demócrata y liberal, en los capítulos oscuros de su labor pública, se reelige como presidente de la nación.

Cargo el cual jamás toma posesión. Al morir del llamado angina de pecho. Algunos detractores conservadores se cuelgan la medalla de mencionar el envenenamiento del Benemérito de las Américas.

En una patria mestiza, Juárez representa un volumen de tenacidad. Como también de claroscuros. Al fusilar de espalda a Santiago Vidaurri, ex gobernador del Nuevo Reino de León. 

Benito Juárez continúa siendo venerado. Sus enormes cabezas en las principales avenidas de nuestra nación. Tal vez leal. Tal vez intentó ser traidor.