Adiós a los líderes 'a lo mero macho'

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Por David Somoza Mosquera

¿Los líderes omnipotentes y “a lo mero macho” son los que mejor pueden guiar una empresa en tiempos de crisis? La respuesta es, definitivamente, no. Más bien, los líderes que han probado ser más efectivos son aquellos que están dispuestos a mostrar sus vulnerabilidades, que pueden admitir ante sí mismos y ante los demás cuando están equivocados y lo que saben y no saben. Y es precisamente por ese estilo vulnerable que logran destacar.

Sin embargo, no es fácil romper con el paradigma de que los líderes deben no solo parecer, sino ser duros y confiados, pues se trata de una noción ampliamente generalizada. Sin embargo, esto ha ido cambiando justamente a raíz de la pandemia, que ha expuesto las muchas debilidades de los líderes dominantes y bravucones y ha resaltado la superioridad de los que tienen el valor de revelar sus vulnerabilidades e imponer un estilo más gentil.

De hecho, ya hay consenso en que los trabajadores están mejor cuando sus líderes se enfocan en ayudar a las empresas a avanzar y no en crear una falsa imagen. También cuando son inteligentes, honestos y se preocupan cuando toman medidas audaces y potencialmente impopulares.

Esos líderes, ahora más vulnerables, también son conscientes de sus limitaciones, tienen la humildad para reconocer sus errores y buscan los mecanismos para hacer crecer su propio potencial y el de los demás. Poseen el valor para crear conexiones con otros y, por ello, construyen equipos inclusivos que fomentan la crítica constructiva y el disenso.

Amy C. Edmondson y Tomas Chamorro-Premuzic, en su análisis titulado “Today’s Leaders Need Vulnerability, Not Bravado” y el cual fue publicado por Harvard Business Review, destacan otros atributos de los líderes vulnerables.

Uno de ellos es que “abrazan la verdad: están más interesados en comprender la realidad que en tener razón y no tienen miedo de aceptar que estaban equivocados. Esto les permite aceptar las críticas, no porque les gusten más que al resto de nosotros, sino porque saben que son necesarias para progresar”. 

Lo mejor de todo es que ni las empresas ni los empleados están obligados a aguantar a ese líder bravucón. Es posible cultivar un estilo de liderazgo más vulnerable y tanto Edmondson como Chamorro-Premuzic ofrecen algunas sugerencias:

Comenzar diciendo la verdad. Esto significa ser sincero con los demás, porque los mejores líderes les dicen la verdad a las personas, sin importar cuán traumática sea. Ser abierto sobre las debilidades es un signo de fortaleza.

Pedir ayuda. El liderazgo no es heroico, por lo cual es conveniente que el líder sea honesto acerca de sus vulnerabilidades y su necesidad de apoyo. Esta autenticidad hará más fuerte al equipo.

Salir de la zona de confort. Una de las razones por las que tantas personas no logran convertirse en líderes altamente efectivos es que se estancan, conservan sus hábitos y repiten lo que funcionó en el pasado. De allí la importancia de desarrollar nuevas habilidades. 

Admitir cuando se comete un error. No admitir que se estaba equivocado es una estrategia ineficaz para persuadir a los demás de que se tiene la razón, y cuando esta estrategia falla, el resto lo cuestionará y los resultados podrían ser contraproducentes. Lo mejor, entonces, es reconocer el error.

Involucrar a otros en el viaje de superación personal. Los líderes que se toman en serio su plan de desarrollo personal comparten abiertamente sus aspiraciones con sus equipos y así logran una mayor retroalimentación y mejoran no solo su propio desempeño, sino también el de los otros.

Visto lo anterior, se hace evidente que se trata de un líder con un perfil muy diferente al líder de estilo machista que rara vez tiene la razón, pero siempre alardea de tenerla. Así que el liderazgo vulnerable en un mundo de extrema incertidumbre e interdependencia como el actual es vital para que las empresas y su talento humano progresen y prosperen.