Priorizar, la brújula de la empresa
Por David Somoza Mosquera
En el dinámico mundo de los negocios, la capacidad de discernir entre lo urgente y lo importante no es solo una habilidad deseable, sino una necesidad crítica. Ambas ponen a prueba no solo a las empresas y sus líderes, sino también al talento humano y de allí depende mucho que el rumbo a seguir y las estrategias a implementar sean las más indicadas.
Hay que saber distinguir, entonces, entre lo urgente, que implica actuar inmediatamente, a menudo con plazos ajustados y consecuencias negativas si no se atiende a tiempo; y la importancia, que se relaciona con la relevancia o el impacto de una tarea o actividad en el logro de objetivos a largo plazo. Y en este contexto, priorizar no es simplemente una herramienta para la gestión del tiempo, sino la brújula que guía a las empresas hacia sus objetivos estratégicos.
Sin una priorización clara, las organizaciones corren el riesgo de perderse en un mar de tareas triviales, dispersando recursos y energía en actividades que, aunque consumen tiempo, no aportan valor real. Una empresa sin prioridades es como un barco sin capitán, navegando sin rumbo fijo.
Cada departamento, cada equipo, incluso cada empleado, podría estar remando en una dirección diferente, lo que resulta en un enorme gasto de esfuerzo con un mínimo de avance. En este escenario, la productividad se convierte en una ilusión. Se realizan muchas actividades, pero los resultados tangibles que impulsan el crecimiento y la innovación son escasos.
Así que priorizar permite a las empresas concentrar sus recursos más valiosos -tiempo, talento y capital- en las iniciativas que realmente marcan la diferencia. Se trata de tomar decisiones difíciles. Por ejemplo, decidir qué proyectos iniciar, cuáles pausar y, lo más importante, cuáles descartar.
Al establecer prioridades, una empresa no solo optimiza su eficiencia, sino que también fomenta una cultura de enfoque y claridad. Todos los miembros de la organización comprenden qué es lo más importante en un momento dado, lo que alinea los esfuerzos individuales con la visión general de la empresa. En última instancia, la priorización es la estrategia que transforma la intención en acción y el esfuerzo en resultados significativos.
Sin embargo, esa jerarquización que se haga es importante tener en cuenta la razón de ser de la organización, pues esto ayudará a decidir qué hacer primero o a qué darle más importancia o dedicarle más tiempo. La propuesta de valor -o razón de ser de la empresa- sirve como ancla en medio del tumulto de la vida organizacional.
Para priorizar hay que crear procesos lógicos y basados en hechos. Las mejores organizaciones crean procesos de priorización lógicos basados en hechos para las inversiones. Y una vez que se tenga claro la razón de ser de la empresa, se pueden establecer las prioridades inmediatas y las de los próximos años. Definir las prioridades permiten planificar a corto y mediano plazo y saber priorizar es esa brújula que conduce al éxito empresarial.