Cómo llevar la cuarentena

Por Marcelo Fabián Monges

Escritor y periodista

“Cuántas cosas hay aquí que yo no necesito”, decía Aristóteles cuando iba al mercado. Una frase que muestra una concepción completamente contraria a la sociedad de consumo. Que pareciera perfectamente hecha para momentos como estos.

Vivimos tiempos excepcionales. Históricos. Que la humanidad recordará como ha quedado en la historia la peste negra u otras epidemias por el estilo como la “Peste de Justiniano”, la primera de la que se tenga registro, que duró desde el año 541 al 543, y que en su momento produjo la muerte de casi el 40 % de la población de Constantinopla, y hay quienes le atribuyen 4 millones de muertos en todo el Imperio Bizantino; o la Peste Negra, que a mediados del siglo XIV, precisamente entre 1346- 1353 que, según este registro, duró siete años. Posteriormente se descubrió que su origen estaba en las ratas. Hay historiadores que afirman que por causa de esta epidemia la población de Europa de ese momento pasó de tener 80 millones de habitantes a solo 30 millones, o el caso de la mal llamada Gripe Española, cuyo primer caso se registró en Estados Unidos y a la que hay quienes le atribuyen la muerte de entre 20 y 50 millones de personas. Ahora hay otros recursos. Habrá una vacuna en un año o un año y medio. La medicina ha avanzado mucho desde entonces. Pero lo cierto es que estamos en uno de esos momentos que la historia de la humanidad recordará.

Todos sabemos, o deberíamos saber, que en la historia de la evolución, de todas las especies, incluyendo al hombre por supuesto, sobreviven los individuos más aptos.

Hoy, estar entre los más aptos significa ser disciplinado, saber cuidarse, cuidar a los que uno tiene cerca, a los seres queridos, y también cuidar a los demás. Esto aplica tanto a personas particulares como a sociedades y estados. Quienes tengan disciplina tendrán más posibilidades de sobrevivir a la pandemia del coronavirus.

También hay personas que, pese a que casi toda la humanidad está en cuarentena, dicen que el virus no existe, están desinformados, creen o quieren creer que no pasa nada. Esos están entre los menos aptos para sobrevivir en estos momentos históricos de la humanidad. También hay gobiernos que han reaccionado tarde y mal, y no han implementado medidas duras y severas de prevención. Esos también han estado y están entre los menos aptos para sobrevivir a la pandemia. Lamentablemente, algunos de esos países están pagando esa actitud con miles de muertos. Acá debemos recabar en que la primera responsabilidad es personal, más allá de los aciertos o los errores del gobierno que nos presida, somos nosotros los que debemos saber tomar decisiones y saber cuidar nuestra propia vida.

Cuando uno tiene un problema, cualquiera que este sea, la importancia del mismo estará en cómo uno lo sepa administrar. Si uno tiene un problema pequeño, pero lo ve como un gran problema, entonces para esa persona el problema será grande. Si alguien tiene un problema grande, pero lo asume con templanza y con confianza en sí mismo, al problema lo verá como algo menor, que podrá solucionar sin tanto drama. Lo mismo pasa con la cuarentena. Si alguien la ve como un gran problema, su estado de ánimo será lamentable y sufrirá la cuarentena, de una manera irremediable. Ahora, si alguien ve la cuarentena como algo no tan difícil de llevar y sabiendo ver todo lo que tiene para hacer en su casa, y cómo puede avanzar incluso en proyectos personales desde su hogar y combina esto con recreación, humor y otros ingredientes, la cuarentena será algo muy manejable de soportar, pudiendo ser incluso muy agradable. Hay que tener muy presente esto en los actuales momentos: los problemas tienen un nivel de importancia interno dependiendo de cómo uno los administre. Si alguien ve el hecho de quedarse en casa como un gran sacrificio, lo será. Si alguien ve el hecho de quedarse en casa como la posibilidad de hacer muchas cosas y de disfrutar de otras, entonces en esto se convertirá la cuarentena.

En mi caso personal, yo disfruto de tener disciplina y de quedarme adentro de mi casa. Cuando era chico decía que soy un problema para los problemas y me sentía más apto para las circunstancias difíciles. Que de chico tuve muchas, como el exilio de mis padres, que se tuvieron que ir del país por la dictadura militar y me llevaron con ellos, a pesar de que hasta ahí había vivido con mis abuelos. Experiencias que te exigen muchos cambios y mucha capacidad de adaptación. La cuarentena no me resulta ningún problema. Por eso les quiero compartir estas líneas. Porque las circunstancias que vivimos, también son de acuerdo a cómo las pensemos.

Los modelos sirven

Si a alguien le parece o le resulta un gran sacrificio quedarse en casa y cumplir la cuarentena, puede pensar en personas que han hecho sacrificios inmensamente más grandes, y con ellos primero han salvado la vida, al menos en ese momento, y han crecido en experiencia, tanto emocional, como en muchos terrenos, al haber tenido que pasar por esas circunstancias. Un ejemplo de ello que ya se ha publicado como referencial para esta ocasión es el de los 33 mineros chilenos que sobrevivieron más de dos meses atrapados en una mina, comiendo dos cucharadas de atún, medio vaso de leche y media galleta cada dos días, sin saber en realidad si saldrían vivos, en condiciones que implicaban no tener ni la comida necesaria para estar todo ese tiempo allí encerrados. Otro ejemplo que se ha mencionado es el de los sobrevivientes de los Andes, y que se refiere al hecho de cómo sobrevivieron un grupo de personas después que el avión en el que iban se accidentó el 13 de octubre de 1972. Era un avión militar con 40 pasajeros y cinco tripulantes, que conducía al equipo de rugby del Old Christians formado por alumnos del colegio uruguayo Stella Maris y que cayó en medio de la Cordillera de los Andes a 3,600 metros de altura.  Los 27 sobrevivientes tuvieron que hacerlo a 25 grados bajo cero, en época de nevadas. Al undécimo día los sobrevivientes escucharon por radio que se había abandonado la búsqueda del avión. Cuando habían pasado 16 días del accidente, un alud sepulto los restos del avión, que era un Fairchild FH-227D. En ese incidente murieron ocho personas más sepultadas bajo la nieve. El avión quedó bajo la nieve y la comida que tenían la habían almacenado afuera y en el exterior había una tormenta terrible. Después de caminar diez días por la cordillera en busca de ayuda tres de ellos encontraron a un arriero, al que pudieron pedirle auxilio. El arriero partió en busca de ayuda y para llegar al puesto de carabineros más cercano necesitaba diez horas de marcha. De 45 terminaron sobreviviendo solo 16.

Usted despreocúpese, no está por pasarle nada de todo eso. Sus condiciones para pasar la cuarentena puede considerarlas paradisíacas al lado de lo que pasó ese grupo de personas, conocidos como los sobrevivientes de los Andes. Cuando usted se sienta mal durante la cuarentena piense en ellos, y puede pensar con toda tranquilidad que en comparación con ellos, si se queja, se está quejando de lleno.

Esa gente trataba de sobrevivir, y todos ahora, con la cuarentena también, solo que en condiciones muy cómodas y favorables comparadas a cualquiera de esos casos.

Los modelos mentales sirven. Para tener como modo referencial e incluso para tomar como ejemplo para actuar.

Después de mirar ejemplos como esos, en vez de ver la cuarentena como un gran sacrificio, podemos darle gracias a Dios todos los días por las cosas que tenemos, por tener un techo, comida, gente que nos quiere, salud, televisión, internet, etc.

Hay que tener claro las prioridades

Lamentablemente, aunque resulte de sentido común, no todo el mundo tiene claro las prioridades. Hay que tener claro que la primera prioridad es sobrevivir. Era lo primero que le enseñaban en la antigüedad a cualquier buen soldado. Ya desde antes de la Edad Media esto formaba parte esencial de la educación de los soldados romanos, por ejemplo, y durante la Edad Media de la formación militar de los cruzados. La segunda prioridad es preservar la salud. Estas prioridades aplican para tiempos de crisis como para tiempos normales. Después de estas prioridades pueden venir todas las demás. Estar con las personas que queremos, progresar, etc. Hay mucha gente que se mueve como si lo más importante en la vida fuera el dinero, antes que la salud, entonces en esta situación, donde está todo parado están desesperados. Pero en realidad si no tienes salud de muy poco te va a servir el dinero, porque no lo vas a poder disfrutar.

Hay que entender que primero está la salud, después está el negocio, progresar, la empresa, el dinero. Sin salud todo lo demás no sirve. Esto, que es tan sencillo para la gente que tiene bien acomodadas las prioridades, no lo es para todo el mundo. Hay mucha gente que no piensa en la salud, y que solo reconoce su importancia cuando la pierde. Y estamos hablando de la salud física en primer lugar, de la salud emocional en segundo lugar, y de la salud mental y emocional. Esta situación debería en todo el mundo hacer a mucha gente reflexionar sobre eso.

Tener el amor propio de decir yo estoy entre los más aptos

Tengo un amigo, mexicano, al cual aprecio mucho, que realiza lo que él le llama cuarentena, saliendo todos los días a comprar tortillas, o pollo, o carne. Lo que está haciendo en realidad no es una cuarentena, es un chiste.

En las situaciones límites, hay que tener el amor propio de decir estoy entre los más aptos, porque me informo, porque tengo disciplina, porque voy a ser responsable para cuidar mi salud y la de toda la gente que tenga cerca.

Esto vale tanto para individuos como para sociedades. Tomar medidas a tiempo y llevarlas a cabo con rigor en el caso de un país evitará muchas muertes y evitará también la prolongación de la pandemia, y con eso se ahorrarán mayores consecuencias económicas.

En lo colectivo, en lo social, la actitud que tengamos al respecto marcará la misma diferencia que hace una selección de fútbol que sale a ganar con una que se conforma con participar. Al coronavirus tenemos que ganarle entre todos como sociedad. Conformarse con participar en la lucha mundial contra el coronavirus no alcanza para nada. En esta lucha todos tenemos que ser ganadores.

El manejo del pensamiento

Si uno piensa que algo es agobiante, lo será. Si alguien que quiere enseñarle algo a los demás piensa que es fácil y se lo enseña a los otros como algo fácil, quien reciba esa educación o información, también lo verá y lo sentirá como fácil.

La cuarentena exige muchos cambios de hábitos a los que la mayoría de la gente no está acostumbrada. Y es una situación además que provoca distintos estados de ánimo en el mismo día. Entre otras cosas por el tipo de información que se maneja, por la incertidumbre, por el hecho de saber que hay países y regiones del mundo que tiene miles de muertos a causa de la pandemia. Si alguien no sintiera nada frente a todo eso no sería humano. La cuarentena también exige privaciones, como las de no salir, no ir al gimnasio, no ir a visitar a los amigos o a la gente que queremos. Sin embargo, en lo personal, es importante saber administrar nuestro propio estado de ánimo, poder incorporar los ingredientes necesarios y un equilibrio para poder tener información, entretenimiento, trabajo, humor, etc.

Tener temple

Frente a los distintos estados de ánimo que le provoca en general la cuarentena, en un mismo día a muchas personas, y a los sentimientos negativos que le pueden provocar a muchas personas esta situación, es muy importante tener temple. La templanza es en resumidas cuentas el dominio de la voluntad humana. Es algo que entre otros aspectos debe implicar un estado emocional estable, sano, de buen humor, aún por supuesto, o con mayor razón, en las situaciones difíciles.

Históricamente para los caballeros en la Edad Media, la templanza era considerada una de las cuatro virtudes cardinales. Las 4 virtudes cardinales, que fueron enunciadas por Platón originariamente, y en la Edad Media tomadas por distintas órdenes de caballería para la formación y educación de sus integrantes son: templanza, prudencia, justicia y fortaleza. Todas virtudes y valores fundamentales que debemos poner en practica ahora, y que mucho bien les haría a nuestras sociedades que desde lo colectivo y como familia humana las retomemos. Sobre todo, en un tiempo en donde se quiere todo fácil, se define el éxito como el triunfo personal aún a costa de los demás, y vivíamos hasta antes de la pandemia en la cultura de la inmediatez y el consumismo parecía la razón de vida de muchos millones de personas. Para todos estos millones de personas, tanto la pandemia como la cuarentena es una gran oportunidad para realizar un enorme aprendizaje.

Los caballeros eran guerreros, educados desde muy temprana edad para el combate, y ese entrenamiento no solo era físico, sino también emocional y exigía un duro entrenamiento en el carácter.

La templanza, por supuesto, incluye todo lo que uno siente, lo que desea, lo que quiere, la disciplina que se tenga que autoimponer. Que hablando en términos de disciplinas es un esfuerzo absolutamente menor para alguien que se quiera considerar disciplinado, no salir de la casa, organizarse para cumplir la cuarentena sin sufrir, sin desmoralizarse, sin proyectar estados de ánimo negativos sobre los demás.

Prepararse para que esto dure un largo tiempo

Si uno tiene la idea de que por alguna razón tendrá que correr una cuadra y en realidad deberá correr diez, cuando llegue a la esquina no dará más y estará muy cansado. Pero si uno tiene la idea de que el camino es largo y deberá asumirlo con buena actitud porque deberá caminar o correr un buen rato, el camino se volverá más normal y no tan pesado. Lo mismo sucede con la cuarentena. Veo en las redes sociales gente que pide rincón, agua, que no da más. Apenas estamos empezando. No se sabe cuánto durará esto. Nadie lo sabe. Así que pueden hacerse a la idea de que deberán buscar una mejor actitud y así disfrutar de todo lo que puedan hacer durante la cuarentena que esto va a durar todavía un buen rato.

El Humor

El humor es una garantía para pasarla bien. Es una forma de sublimar cualquier experiencia desagradable y convertirla en un regocijo emocional. No hay que privarse del humor por nada, en la vida en general, y mucho menos en las situaciones difíciles, y desde luego tampoco en cuarentena. El humor es una muestra de recursos internos para asumir las situaciones difíciles. Esos recursos internos, sintetizados y demostrados en el humor, van desde lo espiritual, lo psíquico y lo emocional.

No es algo que todas las personas posean. Por ejemplo, se dice que no vas a ver a un fanático con humor. Y José Ingenieros decía, por ejemplo, que ningún envidioso ríe con risa plena. Se puede decir que el humor es un atributo de la inteligencia.

Así que cuando lo hayan saturado las noticias malas sobre el coronavirus, la ineptitud de las autoridades, etc, aproveche y ponga en la pantalla o en la computadora un video de su humorista favorito, y véalo en familia y ríanse todos juntos con los chistes de ese cuentista que ha tenido como vocación hacer reír a la gente, y ríase también del coronavirus porque usted está bien guardado en su casa y cuidando de sus seres queridos.

Todos deberíamos tener en cuarentena, al menos dos días a la semana, una sesión de humor en familia, donde disfrutemos todos juntos de cuentos y chistes de humoristas célebres o favoritos.

Aprovechar el tiempo

La cuarentena no hay por qué verla como un tiempo muerto. Puede ser un periodo de tiempo que nos sirva para comenzar nuevos proyectos personales, para iniciar un curso en línea, para estudiar algo nuevo, o para realizar tareas que teníamos pendientes.

También puede ser un tiempo en donde podemos compartir y socializar vía internet con amigos y seres queridos, y fortalecer incluso esas relaciones.

La experiencia y la desolación

Las ciudades se pusieron a dormir. No hay que mirar las calles desiertas de personas en las distintas ciudades o los negocios vacíos como imágenes desoladoras. Los otros días escuchaba a un conductor de televisión de un programa que mostraba imágenes de Nueva York y decía que era desolador .Desolador de verdad sería que en estos momentos todo siga funcionando y por eso muera muchísima gente. Eso sí sería lo verdaderamente desolador.

La humanidad tuvo que poner muchas ciudades del planeta a dormir. A reposar. Para que así sus habitantes conserven la salud y no se mueran. Esa es la forma en la que debemos mirar el paisaje de las grandes ciudades vacías de gente. Y saber que esto es temporal. Debemos cambiar los hábitos. Realizar aprendizajes nuevos, para sobrevivir y conservar la salud en lo individual y en lo colectivo. Pero finalmente esto pasará, y es una posibilidad que si la sabemos aprovechar nos servirá para ser mejores, en nuestra organización social, en nuestros sistemas de salud, en lo que le exijamos a nuestros políticos, en saber que no siempre tenemos que esperar a que reaccione el gobierno, y muchas veces debemos actuar por nuestra cuenta y también en el ámbito personal.

Ser solidarios

La tragedia del coronavirus es una circunstancia que nos tiene que obligar a ser mejores como humanidad. La pandemia será un golpe brutal al individualismo. La crisis económica que vendrá nos obligará en todas partes a ser más solidarios y menos individualistas. La solidaridad es la única actitud decente y humana que alguien podrá tener en medio de la pandemia y sobre todo después. Lo contrario serán las actitudes miserables, que no faltarán seguramente, pero que hay que exponerlas para terminar con ellas.

El aprendizaje

La pandemia le traerá un enorme aprendizaje a la mayoría de la humanidad. A los fanáticos del fútbol, por ejemplo, a los que creían que no se puede vivir sin fútbol, les enseñará que sí se puede, y que no pasa nada. A quienes no pueden vivir sin ir todo un día completo a pasear por un centro comercial, les enseñará que los centros comerciales no son el centro de la vida ni el corazón del universo, y que se puede vivir perfectamente sin ir a pasear de tiempo completo a un centro comercial. A los que no pueden vivir sin realizar cientos de compras de productos que muchas veces no necesitan, les enseñará que se puede vivir sin todas esas cosas y en realidad no pasa nada. La pandemia y la cuarentena le enseñará a mucha gente a ser mucho menos frívolos. Hay miles de personas, que antes de la pandemia si no tenían el celular último modelo se desesperaban. Hoy pueden saber que no pasa nada. Aunque también hay que tener en cuenta que aprende el que quiere aprender y quien reflexiona.

El aprendizaje no será solo para los científicos. No lo será solo para un grupo social, o solo para un país. Lo será para la mayoría de los habitantes del planeta que hoy están en cuarentena y que lo estarán por un buen rato más.

Entre esos aprendizajes estará saber mirar en qué casos las autoridades han actuado tarde y mal frente a la pandemia, y esto para esos países o esas sociedades ha resultado en miles de muertos.

La falta de previsión de los políticos, que están ahí en sus puestos en muchos casos para hacer sus propios negocios, y esa es su máxima preocupación, y no el cuidado de su población, los va a dejar desfazados de las necesidades de la gente. Uno de los aprendizajes para el mundo debería ser ver claramente la necesidad de castigar a esta clase de políticos, para que esto no vuelva a suceder nunca más. Aplicarles las máximas penas que contemplen sus respectivos códigos penales, o hacer de la justicia Penal Internacional la herramienta efectiva para castigar a esos gobernantes que no han actuado conforme a las necesidades de la emergencia, con el costo en enfermos y muertos, como en empresas fundidas y desempleos. Para estos políticos debe levantarse el repudio social, el reclamo airado, el castigo en las urnas, o en la justicia según sea su responsabilidad y el caso.

Una sociedad no puede estar dirigida por un timonel que hunde el barco y pretende seguir como capitán alegremente.

Así que prepárese, porque esto de la cuarentena es bueno verlo como que recién empieza, va a durar todavía un muy buen tiempo, y de usted o de cada uno depende pasarla lo mejor posible y tener disciplina para cuidar de su salud y de la de los demás.