Oficina virtual: más que un espacio para tomar café con compañeros

Por David Somoza Mosquera

“La crisis sanitaria del COVID-19 afecta las tendencias vigentes en los mercados laborales —muchas de ellas, si bien no todas, relacionadas con el cambio tecnológico caracterizado por la digitalización— tanto en el corto como en el largo plazo”, afirma Jürgen Weller, consultor de la Unidad de Estudios del Empleo de la División de Desarrollo Económico de la Cepal, en su artículo “La pandemia del COVID-19 y su efecto en las tendencias de los mercados laborales”, publicado el año pasado.

Uno de esos impactos en las relaciones laborales tiene que ver precisamente con uso más intensivo del teletrabajo. Como bien lo señala el autor, en el contexto de la pandemia trabajar a distancia destaca como una modalidad que “atenúa el impacto de las medidas de contención de la expansión del virus en el funcionamiento de empresas e instituciones”. 

Sin embargo, esto ha tenido un costo. Si bien hasta hace poco el foco se centraba en que para poder desarrollar de manera eficaz el teletrabajo se requería de infraestructura tecnológica, acceso a la misma y trabajadores con las competencias digitales necesarias, ahora la atención ha girado hacia otra dirección y tiene que ver con las secuelas que está teniendo esta manera de laborar.

Una de las consecuencias negativas del teletrabajo desde el inicio de la crisis sanitaria ha sido el estrés laboral asociado, en gran medida, a la sobrecarga por parte de las compañías. De hecho, un reciente estudio de las universidades de Texas, Arizona, California y Rutgers (Nueva Jersey) midió el impacto que en estos tiempos ha tenido el trabajo a remoto en los empleados.

Muchos de los encuestados confesaron haber sentido en estos meses de aislamiento laboral el llamado Síndrome de Burnout, que es el desgaste profesional por situaciones de estrés laboral y agotamiento profesional y físico.  

Otros manifestaron que les hacía falta la conversación en la oficina durante la pausa para el café. Eso se traduce, según los propios consultados, en que les molestaba mucho la sensación de soledad ocasionada por el hecho de trabajar aislados en casa.

Ese efecto desfavorable que ha tenido el trabajo en remoto en la mente de los trabajadores ha encendido las alarmas, pues también podría tener consecuencias negativas para la competitividad y rentabilidad de las compañías. 

Así que para salirle al paso a estos problemas se han desempolvado iniciativas como las oficinas virtuales —un espacio digital que cuenta con los mismos beneficios de una oficina física— para que no se pierda por completo la comunicación en la empresa. 

Las oficinas virtuales permiten, básicamente, hacer todo el trabajo que se haría de manera convencional en una oficina física, pero a distancia, a través de una plataforma donde se puede, por ejemplo, gestionar al personal, realizar labores administrativas y atender a los clientes desde cualquier parte del mundo. Ahora también facilitarían el intercambio entre los trabajadores mientras dure la crisis sanitaria.

Y es que algo tan simple como las conversaciones más triviales entre compañeros de trabajo, sobre temas no laborales, pueden ser sumamente importantes para la productividad de ellos y, por ende, de las compañías. Así que es perentorio que las empresas sigan ideando mecanismos que garanticen que los empleados, así sea a distancia, se sientan emocionalmente conectados en el trabajo. 

Contar con las ventajas que ofrecen las oficinas virtuales y al mismo tiempo desempeñarse adecuadamente en el teletrabajo haría más eficiente y eficaz la labor que se realiza en la compañía.