Lo leí en Círculo de Poesía

Almudena de Luis García Montero

Prólogo de Almudena Grandes

Círculo de Poesía / Valparaíso México, 2017.

Por Mario Bojórquez

El amor es la forma más perfecta de reconocimiento del otro, no sólo porque puede incluir en su continente sin márgenes al erotismo apasionado o a la sosegada amistad en sus variadas gradaciones, sino porque en la intimidad de su encuentro nos distinguimos en todo lo que se comparte y que nos vuelve semejantes.

Amar, entonces, es un ejercicio de la voluntad donde la elección y el azar nos confirma en la suprema identidad, damos al otro todo lo que hemos recibido de él, cuerpo, emoción y sueño.

En la atmósfera que se produce en torno de los que se aman, las mismas leyes de la naturaleza parecen subvertidas por su influjo, todo dice que sí, los árboles se inclinan, las aguas toman su cauce y los mismos rayos del sol se unen al vientecillo que inflama y refresca nuestra renovada piel.

No existe, al mismo tiempo, mayor zozobra para el corazón humano que la de un amor inesperado y anhelante —y todos los amores son así si son verdaderos—; perdemos, pues, toda razón y el mínimo orden de nuestra vida se ve trastocado por la intrusión de un nombre y una presencia que por un momento inunda y rebosa cada uno de nuestros actos y cada uno de nuestros pensamientos.

Así la poesía —el territorio más libre de la expresión humana—, se convierte en la depositaria idónea para su exploración temática, poema y poema de amor son casi una sinonimia ¿para qué escribir un poema si no se está enamorado?

En nuestra tradición lírica, desde antes del español, ya las leves jarchas y las canciones de amigo en su fingida voz femenina, dan cuenta de este central asunto de la poesía, el amado, el amante, encuentran en el poema una forma de retener y fijar los confusos sentimientos de impermanencia, de fragilidad, de desasosiego que el amor lacerante y dulce provocan.

Luis García Montero (Granada, 1958), es una de las voces poéticas más destacadas en la lengua española de nuestros días, en su obra se desarrollan, además de la poesía, también el ensayo, la novela y el periodismo. Es profesor de la Facultad de Letras de la Universidad de Granada y Director del Instituto Cervantes. Hoy presentamos a los lectores su más nuevo libro, Almudena, publicado por Valparaíso México y Círculo de Poesía, el cual reúne poemas escritos desde 1994 hasta 2014 y que han sido recogidos previamente en Completamente viernes de Tusquets, Vista cansada y Un invierno propio de Visor, así como en A puerta cerrada, inédito.

Almudena es un libro de poemas de amor, es el testimonio de una vida amantísima que pasa por todos los síntomas de ese sentimiento inexpresable en su justeza, y que inicia con una dedicatoria que bien pudo escribir el propio Garcilaso de la Vega “…que no puede cansarse de esperar/ aquel que no se cansa de mirarte.”

Va precedido de un prólogo que ha escrito Almudena Grandes, la mujer que ha sido celebrada en estos versos, y, que resulta de un hermoso diálogo con el poema “La inmortalidad”, nos habla ahí de cómo fue desde la infancia tocada por la maravilla de la poesía en las voces de su padre y de su abuelo, para que, finalmente la vida, le brinde la oportunidad de enamorarse de un hombre que ha nacido para la poesía.

Luis García Montero es un autor que busca conversar con sus lectores, no encontraremos líneas en este libro que nos resulten un enigma incomprensible, antes bien, encontraremos una diáfana voz que nos conduce por el sendero de las emociones confusas que el amor suscita en el corazón de los seres humanos, con Luis García Montero podremos reconciliar una visión de lo cotidiano con los mortales filos de la realidad soñada por la imaginación: “Que no me lea / quien no haya visto conmoverse la tierra / en medio de un abrazo.”

El lector mexicano se reconocerá en los poemas amorosos de Almudena, del mismo modo en que lo hace con los poemas de Jaime Sabines, Rubén Bonifaz Nuño o Alí Chumacero, porque una misma raíz de emoción los atraviesa. La poesía amorosa tan visitada por nuestros poetas de todas las épocas, encuentra en este autor un leal oficiante que nos remite al susurro de una oración laica y hedonista, el amor que nos hace sucumbir por sus poderes paralizantes, pero que también nos solidifica ante la mirada del otro, la noble mirada del otro que nos confirma como un espejo.

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