Los mexicas también festejaban su 'Navidad'

navidad Mexica Huitzilopochtli

Redacción

Ciudad de México.- El próximo 25 de diciembre, todos los creyentes católicos y cristianos se alistan para conmemorar el nacimiento de Jesús, sin embargo, esta festividad se remonta a épocas milenarias, donde con sus respectivas creencias, casi todas las culturas antiguas marcaron el solsticio de invierno como un día de renovación o de cambio. Para los mexicas, el 21 de diciembre era celebrado el nacimiento del niño sol Huitzilopochtli, deidad de la guerra.

Esta conmemoración prehispánica concluía su recorrido por la bóveda celeste para nacer nuevamente, concebido milagrosamente por Coatlicue, mujer serpiente, deidad de la tierra y madre de los mexicas, con este acontecimiento se cumplía un ciclo más en el calendario del Tonalpohualli.

Huitzilopochtli resurgía en el Solsticio de Invierno, 21 de diciembre, como un Huitzilin, colibrí, la cosmovisión azteca decía que esto ocurría en Malinalco, Estado de México, donde fue construido un templo llamado Cuauhpulli, para la iniciación de los guerreros águila, quienes formaron parte de las tropas de elite más aguerridas y preparadas.

Las fiestas de adviento de nuestras raíces comenzaban el 17 de diciembre hasta el 5 de enero y eran conocidas como el Panquetzaliztli, que representa la última veintena del calendario, el cual se conformaba por 260 días, repartidos en trece meses de veinte días cada uno. Tras la conquista española, los misioneros católicos lo convirtieron en las posadas.

Como parte de sus preparativos, los mexicas realizaban una imagen de Huitzilopochtli a partir de tzoalli, un compuesto de huautli y maíz tostado amasado con miel de maguey, cuya masa era especialmente elaborada por unas jóvenes vírgenes llamadas ipilhuan Huitzilopochtli, que quiere decir, “las hijas de Huitzilopochtli”.

FESTEJAN A JESÚS

En la fe católico-cristiana, las posadas iniciaron desde 1587, en el pueblo de San Agustín Acolman, a 40 kilómetros de Teotihuacan, cuando Fray Diego de Soria obtuvo un permiso otorgado por el entonces Papa Sixto V, en el que se le autorizó la celebración en Nueva España de las misas de aguinaldo.

Estos actos representaron la pérdida de la identidad de nuestros antepasados indígenas, toda vez que la liturgia tuvo como fin la evangelización y con ello apartar el paganismo que veneraban nuestros ancestros.

Del 16 al 24 de diciembre en los atrios de los templos se acostumbraba fusionar pasajes y escenas representativas a la natividad del llamado niño dios (Jesús de Nazaret), las cuales incluían festejos con luces de bengala, cohetes, piñatas, c

IMCM

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