Por Gerson Gómez

Reuniones a deshoras. Cuando la jornada laboral ha concluido. Invención de la vida moderna. En los restaurantes con servicios de anfitrionas. 

Desde el recibimiento, besos en la mejilla al por mayor. Aquí se viene a demoler el tedio. A pasar por alto los reclamos. Las insatisfacciones de los presupuestos exiguos. Falta de estar al corriente en los pagos de las colegiaturas. Gritos de los hijos. 

La neurosis de la labor de nunca terminar. Casas vueltas de cabeza. El orden inexistente de la limpieza. El proveedor masculino desespera. Huye de cada segundo en su hogar. La palabra amor extinta desde la llegada del primogénito.

Parrillada al centro. Botella de alta graduación. Aguas minerales para suavizar el trago. Desde las siete de la tarde el hervidero de asistentes. Cada uno ya pasó a recoger a sus damiselas ocasionales.

Crisis de la mediana edad. Dale derecho no te pares. Pastillas azules de la felicidad. Son los juguetes imperativos. Compran el derecho a sacar el premio de la ruleta. El número celular de la venezolana recién llegada.

Ojo verde azulado. Cintura de avispa. Con esa cintura y esas caderas hasta menos afortunado tocará los cuernos de la luna.

Cada hora hay un ganador. El beneficiario choca las manos. Está por anotar el gol de la infidelidad. Dentro de estas paredes todo se queda. Incluso el uso de cocaína o mariguana.

Por las plataformas de ustream el tedio de la esposa. Le disgusta las series. Dormita entre el primer capítulo y dar continuidad a la comedia sexual italiana.

Frío el lecho. Helado el corazón. Así van consumiendo las pocas cenizas de lo jurado frente al juez civil y al sacerdote.

Trabajan como burros para darle toda la supuesta felicidad a la familia nuclear. A las tres de la mañana, pasan a la regadera. A desquitar el aroma a perfume barato.

Buenas noches le dicen a su pareja.  Mañana será un gran día. Sonríen por haber logrado la atención de una servidora femenina de 23 años. 

Ella hará lo mismo en su casa de la periferia. La abuela cuida a sus dos retoños. Ahora si parece ir todo en serio. Vamos a salir de fregados.