A vuelta de rueda

Foto: Pixabay

Por Gerson Gómez

Imagine a su hijo jubilado, dentro de 20 años, laborando como empaquetador en el supermercado del barrio.

Lo hace llevado con vergüenza. De poco o nada sirvieron los consejos de hacer carrera en la compañía. Aguantar estoicos las barreras de los jefes inmediatos. Recortes, pasos a la oficina de recursos humanos. Radio pasillo. Viene fuerte la recesión. No gastar más allá de los ingresos.

Vivir en la periferia. En guetos infames, con falta de agua potable y de drenajes reventados por la falta de planeación urbana.

Ahora su hijo, es un adulto mayor. Los planes a futuro destrozaron la efímera seguridad social y las pensiones no existen.

Debe de continuar activo para no morir de hambre. Para estar al día con el pago de los servicios y para las medicinas, tan costosas, como tan baratas en la producción.

Su hijo y su hija ya repartieron con sus hermanos la casa familiar, los magros conceptos de la joyería fina y enviaron a caritas las ropas de usted.

En la sección de ayuda social para personas de la tercera edad, las miradas empobrecen aún más.

Ese es el panorama actual de muchos creyentes de la cultura del trabajo y de la dinámica social.

Ya en Corea del Sur, en Japón, la avalancha de trabajadores sin sustento, de la tercera edad, avanza de forma abrumadora.

No vaya tan lejos. También los hacen asociados en los Estados Unidos de América, una manera muy vulgar para decirles ayudantes generales. Carecen de seguro médico y los esquemas de las farmacéuticas rebasan sus ingresos. 

Incluso desvergonzados médicos, en México, consultan en los institutos públicos de salud y ofrecen el servicio especializado externo, a esos ancianos con cataratas, problemas cardiacos y de sobrepeso.

Olvidan el círculo de la vida, la vuelta de la rueda.
 

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