Entrometido ante lo podrido 

Foto: @officialearth

Por Mike Volta

Observando en la red, encontré hace un par de días un post con unas fotografías impresionantes, titulada “The lost world” El mundo perdido.

Un enorme barco oxidado a la mitad de unas montañas, testigo del tiempo que ha pasado con la erosión de lo que fue su imponente estructura hecha para surcar los mares; un autobús de dos pisos abandonando en la maleza de un bosque que lo devoró, donde resultaría inexplicable el cómo llegó ahí; como una vieja bicicleta que jamás fue removida de ser devorada lentamente en el  tronco de un árbol, un tétrico cementerio de aviones de guerra, barcos veleros  históricos cubiertos por el imponente paso de la naturaleza y otros a medio hundir en el mar, la tundra o el desierto; objetos que fueron abandonados y que han pasado al menos 100 años y el polvo, la hierba y el olvido los cubren, el hierro se oxida, hace olvidar el evidente destino diferente para el que fueron diseñados y construidos y al final todo se pudre; no es fortuito, alguien tomó esa decisión. 

Quizá no todo está como Chernobyl, pero así lo pareciera, diría el desaparecido príncipe de la canción José José “lo que un día fue, no será…y ya no fue; se transformó en algo… para mí, al verlo en reflexión. 

Un gran e ilustre amigo mío, hace años en esas pláticas interminables al calor de unos buenos vasos de whisky; él me contaba cómo su hermano mayor gastaba su dinero comprando hermosas motocicletas, máquinas preciosas, bellas piezas de ingeniería, concebidas cuidadosamente, que al final este no usaba, las tenía encerradas, inmóviles y que (obvio) tampoco le prestaba… y me decía enojado muy desilusionado: esas cosas de no usarse… ”¡se PUDREN!!” El mensaje fue claro y contundente.

Y si, este deterioro inminente, ese abandono a la suerte y garras de la intemperie desafortunadamente no ocurre sólo con las cosas, no sólo con estos objetos imponentes que una vez fueron fascinantes, colosales; para viajar, navegar, volar y pasear… no, lamentablemente también pasa con las ideas, los proyectos, las construcciones, las personas, las relaciones, los detalles, y los sueños; donde el tiempo, la desidia, la costumbre de procastrinar, la holgazanería y el culto a la inmediatez todo complican; y se entra con asombrosa facilidad al terrible círculo rutinario de la fabulosa zona de confort que te seduce y nubla del proceso de darte cuenta que si no haces algo…te vas a continuar pudriendo, que ya empezaste y que sólo es cuestión de tiempo. 

Y nada como una pandemia engarrotante como golpe seco para inclinar la balanza decisiva de uno u otro lado; quien sabe cuántas cosas terribles podrían estar pasando para salir de esa zona y animarse a cruzar del otro lado, abrir esa puerta, hacer esa llamada, hacer ese viaje, decidirse y sostenerse a atesorar el tiempo aprovechándolo al máximo, aún a pesar del miedo, del encierro, e incluso de quienes te impiden ese ansiado anhelo, porque necesitas como el aire ser la mejor persona tu mejor versión y no el más bello florero. 

Deja de mentirte. La vida está hecha de momentos y cada uno de ellos ocurre aunado a la maravilla de la decisión de cómo vivirlos.

Muchísimas situaciones no dependen de ti, pero muchas otras sí y son esas las que debes PRIORIZAR YA.

Puedes comenzar haciendo lo que más AMAS, por ejemplo.

Si pierdes el tiempo equivocando tus prioridades, pierdes tu vida, te pudres, y te habrás quedado aún con tu imponente tamaño tu gran talento, tu inteligencia, arrojo, gracia; todo ese potencial fabuloso quedará petrificado igual que cuando vieron a medusa los ojos del Kraken!!

Observa las fotos, eso te dicen. 

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