Los NFT ¿Mejor que la cosa real? (Primera parte de dos)

Foto: DC Comics

Por Francisco X. López

El guionista, dibujante y estudioso de los cómics, Scott McCloud, menciona en su libro Understanding Comics que los seres humanos podemos adquirir únicamente dos cosas: átomos e información.

Actualmente esta frase cobra relevancia debido a cómo se ha transformado el negocio del entretenimiento y del arte, estableciendo al cómic como un arte (tema que deberemos explorar en otra ocasión), debido a la irrupción de los NFT (Tokens No Fungibles). Este concepto es prácticamente nuevo para la mayoría, pero tiene una larga historia en los círculos bancarios y legales. En esencia un NFT es algo insustituible, se podrá reproducir o copiar, pero el original se mantiene inalterable, esto debido a una tecnología de cadena de bloques de datos similar a la que se usa para generar cripto monedas.

Esto ha hecho que en los últimos meses, obras de arte, álbumes musicales y creaciones digitales que no tienen una existencia física hayan podido ser vendidos y subastados como piezas únicas o de colección. En pocas palabras, en ciertos círculos de coleccionismo, la información ha sustituido a la materia como objeto de deseo.

Si esto parece una curiosidad o una excentricidad, les recomiendo pensarlo dos veces ya que actualmente hay artistas vendiendo sus creaciones digitales por cientos de miles y hasta por millones de dólares, piezas cuyo valor se establece no en la rareza o la exclusividad que normalmente tiene el arte original o las series limitadas de reproducciones de alta calidad de una pieza original, sino en una extremadamente larga serie de números que otorgan al comprador la certeza de propiedad y autenticidad.

Una analogía común, es que alguien puede comprar una obra de Jeff Koons y aunque en los museos se pueden vender reproducciones de esta a precios accesibles, sólo existe un dueño del original, el cual puede vender y obtener ganancia, aún cuando no posea la propiedad intelectual ni los derechos de reproducción de la obra.

Ahora comparemos esto con el mercado de coleccionismo de cómics. Hay un reducido número de cómics que alcanzan precios de venta superiores a los 100 mil dólares, algunos superando el millón, como el reciente caso de un Action Comics #1 que fue subastado en 3.25 millones. El comprador tiene un conjunto de hojas impresas escapsuladas en policarbonato a prueba de impactos, el cual nunca podrá tener realmente en sus manos, pero que va acompañado de un documento que certifica el origen, la autenticidad, la rareza, la exclusividad y el estado físico de la pieza; y este documento, adornado por logotipos, sellos firmas y hologramas, es el que le concede al objeto su inmenso valor económico.

Lo que comenzó como lo más nuevo en el mercado de arte, ya ha alcanzado a mercados más comunes, pero que también representan enormes cantidades de dinero y son sumamente atractivos para los dueños de propiedades intelectuales, en lo que concierne a nosotros, los cómics, su arte, sus historias y sus personajes.

¿Cómo están comenzando a afectar los NFT a nuestros amados cómics? Esto lo analizaremos en la siguiente ý última entrega.

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