Scorsese vs. Marvel, el derecho a disentir

Por Francisco X. López

Como sociedad nos jactamos de trabajar por un mundo más tolerante, incluyente e igualitario hasta que alguien opina lo contrario a nosotros. No hay un ejemplo más claro que el reciente feudo, alimentado por los medios y las redes sociales, entre el director Martin Scorsese y todo el personal involucrado en la realización de películas de superhéroes y sus millones de fans.

Entrevistado durante la promoción de su más reciente cinta, The Irishman, respondió a una pregunta absolutamente gratuita y fuera del tema: ¿Qué opina sobre las películas de Marvel?
Para él estos trabajos no se pueden considerar cine y son el equivalente a un parque de diversiones. Esto provocó una ola de críticas e incluso burlas que derivaron en un batalla de declaraciones entre los directores de la vieja escuela y los cineastas que actualmente dominan la taquilla.

¿Scorcese tiene razón? Para empezar el dio una opinión dentro de una serie de preguntas, no escribió una editorial ni se presentó en un foro para denigrar el trabajo de nadie. En todo caso quien preguntó bien pudo no conocer lo suficiente del tema, del cual hablaban para terminar sacando un tópico claramente no relacionado. O quizá sólo buscó obtener una declaración que generara visitas a su medio.

¿Se justifica la reacción a sus palabras? Directores, actores y “periodistas” se lanzaron en su contra, algunos con argumentos, otros con burlas y alguno con respuestas sinceramente risibles (Saludos, Kevin Smith). Quizá la única voz sensata fue la de Jon Favreau, quien declaró que Scorsese se había ganado todo el derecho de criticar estas cintas.

En un sentido estrictamente técnico es obvio que lo que Marvel y Disney venden es cine. Pero si lo sometemos a un análisis crítico las cosas cambian. No se puede comparar el Mall of America con la Catedral de San Basilio y ambas son obras arquitectónicas impresionantes. Lo preocupante es ser testigo de cómo una multitud de consumidores se lanzan contra quien no está de acuerdo con el producto que prefieren.

Cualquier persona puede disfrutar los blockbusters y dormirse con el cine de arte y está en su derecho. De la misma manera alguien puede asistir únicamente a festivales y evitar las cintas comerciales y nadie tiene derecho a juzgarle. Cuando se es blanco de ataques simplemente por no comulgar con la tendencia dominante, tenemos un problema serio, que refleja lo que somos como sociedad.

No hay una discusión abierta, todo se reduce a tomar bandos y desacreditar a quien se atreve no sólo a tener una opinión distinta, sino a expresarla. Y lo más triste es que estamos perdiendo el valor de hablar por el temor a ofender a alguien. Si Martin Scorsese es culpable de algo, es de haber caído en el “buscapiés” que le lanzaron.

Más allá de la valoración artística y/o estética que merezcan las cintas de Marvel, la discusión debería centrarse en otros temas, pero eso es materia de otra columna.