La desconstrucción de las nuevas masculinidades

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Por Gerson Gómez 

Varón y hembra. Lo demás son adjetivos inconsolables. Nos cuesta mucho regresar al plano original. Ahora disentimos con los profesionales del disentimiento.

Hacen creer a la mayoría la posibilidad del error. Confunden la tolerancia social con la supresión de los ideales personales.

Así pasamos de ser de avanzada a retrogradas. Los absurdos vienen como melodías desafinadas.

La sororidad es temer el girl power. Permitir el vandalismo con la consigna del estado mexicano es feminicida.

Aborta a tu macho es sinónimo de adopta una lencha. Y aquí vamos de bajada. Agarre asiento, sillón o tabla. Evite hablar en voz alta. Lo están grabando con el celular. 

Nuestra nueva masculinidad feminizada acepta ropa ultra estrecha. Pobres de nosotros los de panza relumbrosa. Tampoco se fije en las microfaldas. Eso es obsceno. La carne es carne, pero no para sus ojos.

Respete si abren only fans. Si se prostituyen como hosts en restaurantes es la forma natural de aportar o de independencia financiera.

Las nuevas masculinidades esconden, bajo el candado de la frase, nos enamoramos de la persona no de su sexo.

Salte para atrás. Haga como Condorito. En este párrafo no hay risas grabadas. Los vocablos de verdulerías ya regularizaron la condición social.

Entre más groserías mayor la popularidad de sus gestores. Nos perdemos en ese laberinto de lo permitido y lo fuera de serie.

Aquí ya no cabemos todos. El convoy de la deconstrucción nos arrastra al callejón sin salida. 

Prohibida la poesía. La palabra gentil. El libre albedrio y hasta el cortejo. Todo eso es acoso. 

Varón y hembra. Lo demás son adjetivos inconsolables.

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