‘La fotografía y el otro’ entrevista con Diego Lizarazo ganador del Premio Nacional de Ensayo sobre Fotografía

La Fotografía y el otro

Por Pablo Luna Luna

Hace unas semanas tuve la oportunidad de platicar con el Doctor Diego Lizarazo Arias, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco, acerca de su libro ‘La fotografía y el otro. Cuerpo y estética del retorno’, con el cual obtuvo el Premio Nacional de Ensayo sobre Fotografía 2021.

Aunque el texto fue editado, publicado y presentado entre 2022 y 2023, Lizarazo Arias explicó que en realidad el ensayo “es el resultado de un análisis de muchos años, entorno un gran corpus de producción artística y cultural”, pero entrar al concurso le pareció un momento ideal para este trabajo al cual le dedicó varios meses para obtener la versión final.

Si bien el libro se mueve en el terreno de la fotografía, como parte de una producción social contemporánea, lo que plantea el autor con la “estética del retorno” va más allá de ver la fotografía sólo como objeto, “es cómo hay cierta producción de imágenes en distintos circuitos y distintas experiencias (contextos, por decirlo de forma menos abstracta), a lo largo de la historia y en todo el mundo, en los cuales lo que importa no es la imagen por sí misma, sino el ser que habla a través de esa imagen”.

Detalla que, si bien es un libro “en torno a la obra fotográfica de un grupo de artistas y fotógrafas fotógrafos latinoamericanos, donde entra en juego el problema del retorno”, no es exclusivo para gente que se dedica a la fotografía o las artes, es un texto mucha más amplio que abarca un sentido humano, social, ético; en el que se abordar una problemática que a todos nos atañe que es la violencia a partir de las relaciones de poder. 

La esencia de lo que plantea el libro ‘La fotografía y el otro’ es cómo, a través de distintos procesos de resignificación, las sociedades, los pueblos, las comunidades “que de diversas maneras han sido, atacadas, heridas, destruidas, minadas, exterminadas; por poderes autoritarios, encuentran -a través de la imagen, en este caso de la fotografía y su resignificación- una forma de regresar, de retornar… ese es el punto más importante”.

La idea que permanece a lo largo del texto es “cómo la dinámica de violencia del poder nunca alcanza a destruir del todo, las formas de vida que considera adversarias. Que, de alguna manera, esas formas de vida persisten, prevalecen a veces en tiempos de ignominia prolongada y son capaces de activar una voz y un sentido, que sale a veces de la tragedia, pero logra superarla y construir un discurso, una imagen”

Es el hecho de que el retorno se convierte en “una simbolización:  a veces una obra literaria, a veces una historia, a veces un mito, a veces una fotografía, a veces un pequeño documental, a veces un performance, una instalación espontánea y; a través de esas maneras, vuelve presente tanto la voz de ese otro ser, que está conectada con el acontecimiento trágico que lo afecto, que lo daño, que lo hirió”

Diego Lizarazo es contundente cuando habla de cambiar la lógica y las reglas de la de producción de la imagen, donde “vayamos más allá de la acción superflua de extraer, capturar un momento, capturar un individuo (…)” en la que sólo buscamos mantenernos en esa suerte de “mercado de tránsito” de la imagen, que finalmente “sólo alimenta el narcisismo, necesario, que todas, todos, todes, tenemos” como entes sociales.

Y es que, a decir del autor, resulta innegable que, vivimos en una dinámica, social, capitalista en donde el valor está en la imagen -como objeto, como producción, como publicación análoga o digital-, pero “se olvida del sujeto que en ella vibra” y ante esto surge la propuesta, la idea y la reflexión de “superar la pura visualidad, encontrar la historia, la vida, las semejanzas que hay en esa imagen, para rearmar y reasumir esa visualidad como parte del ser”.

Si hablamos en concreto de los profesionales de la imagen, fotógrafos como tal, o sean periodistas, publicistas, mercadólogos y toda esa gente que está produciendo, creando, eligiendo, publicando diariamente imágenes, como parte de su relación laboral, entendemos que “la imagen ha sido capturada por la lógica de la pura plusvalía, de la rentabilidad”.

“Es momento que, nos planteemos como sociedad, como gremios, ¿por qué tenemos que someter nuestra visualidad a esos criterios?, podríamos generar, validar, luchar por establecer otros criterios y hacer (por ejemplo) un periodismo visual que no considere la tragedia del otro, que puedo meter como una secuencia discursiva de la que sólo se obtiene una rentabilidad.

“…Que se pueda pensar en el trabajo artístico, no sólo como en la imposición del creador, bajo esa idea del artista como un genio que de él salen todas las maravillas; sino como un proyecto, en una dinámica estética y cultural, en donde lo que importe no es quién crea la imagen, sino el otro que figura en ella y que a través de ella se hace presente, ese otro con quien tengo que establecer un diálogo, al cual tengo que conocer y comprender”.

Diego Lizarazo resalta que es importante reconocer que en la actualidad los procesos de digitalización, la incorporación de la cámara en un smartphone y el desarrollo de las redes digitales, resulta meramente  un cálculo de mercado, pues si bien “todas las sociedades han sido iconoclastas, la actual es una sociedad con una densidad visual muy alta, es una sociedad que vive en imagen, que está todo el tiempo en relación con imágenes, que tiene una especie de necesidad y de ansiedad por la imagen muy notable.

“Por una parte, hay un proceso de democratización de la imagen, pero, por otra parte, le viene bien al mercado capitalista que todos seamos productores de imágenes; es decir que, ya no nos podamos concebir sin hacer imágenes, que ya no podamos ser ciudadanos sin hacer imágenes. Entonces se volvió una necesidad y las personas buscan e invierten y hacer un esfuerzo económico, entre otros, para tener un dispositivo con cámara.