Cómo combinar las finanzas en pareja
Por Edith Esquivel / Foto: Jennifer Marquez en Unsplash
La lógica de mercado no funciona bien si la queremos aplicar a todas las áreas de nuestra vida. Hay muchas parejas que se dan cuenta de esta realidad demasiado tarde. Y podrían evitarse problemas si pensaran con cuidado cómo quieren llevar sus finanzas cuando comienzan su vida en común.
Con este artículo quiero recordarles que, de todas las formas en que se pueden llevar las finanzas de pareja, aquella que convierte a la familia en un espacio para la ayuda mutua, en un espacio “comunista”, por decirlo de algún modo, es la mejor. No solo porque tiende a aumentar el patrimonio familiar, sino también por sus efectos positivos en el bienestar de la pareja.
Sin embargo, el diablo está en los detalles. ¿Cómo se puede combinar las finanzas y al mismo tiempo seguir teniendo independencia y seguridad financiera, incluso en caso de un divorcio? En este artículo te doy el paso a paso.
Si no se hace bien, ¡puede ser un desastre! Como ejemplo de ello, te presento la entrevista que Moris Dieck le hizo a Mel, del blog Mamá sin letras chiquitas. Mel genera contenido sobre la crianza, principalmente. Moris le preguntó sobre su primera cita, y transcribo aquí su respuesta.
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“Primera date con mi ahora esposo, primera date, yo siempre decía: “¿Tú te quieres casar? ¿Cuál es tu tirada en la vida? Si decían que no querían casarse ni tener hijos, les recomendaba a una amiga, y les decía que no perdiéramos el tiempo, que fuéramos amigos. Yo moría por ser mamá con todas mis fuerzas desde que tengo memoria. Pensaba: “Yo vivo sola, chambeo, son económicamente independiente”…si este señor trae otra onda, para qué me superenamoro.
Le pregunté: ¿Tú te quieres casar? y dijo que sí. Que se moría de ganas de ser papá, y me dijo que yo iba a ser la mamá de sus hijos. Yo no creas que babeé. Le respondí que seguramente eso le decía a todas.
—Qué horror, es tu técnica de ligue —le quité dos puntos.
—Yo la verdad me quiero casar con una mujer con quien me pueda dividir siempre las cuentas.
Me sacó de onda muchísimo.
—¿Cómo? ¿Qué cuentas?
—¡Todo! A mí se me hace que la vida debe ser pareja y que debe ser 50/50.
Creí que era chiste. Viniendo de un hogar con un papá proveedor y una mamá dedicada a los hijos. Yo le dije:
—Qué padre, así yo te presento amigas que piensan así, y tú me presentas amigos que quieran mantener a su mujer al 100%. Qué padre que me lo digas desde ahorita. Quiero estar con mis hijos 24/7 y no voy a poder apoquinar el 50% dedicándome a mis hijos. Tú busca a tu mujer 50/50 y yo busco a mi hombre 100/0.
—Pero Mel, no te pongas así.
—No me estoy enojando, es solo la realidad. Ya contigo no fue, platícame de tu chamba.
Se dio cuenta de mi cambio en la actitud. Y entonces trató de arreglarlo.
—Si tú fueras mi esposa y la mamá de mis hijos a ti te mantendría al 100%.
Era yo muy inmadura en temas de finanzas y de vida real y de lo que es una pareja verdadera. Yo tenía el cuento de Disney. Este hombre que viene te rescata: “Ya no pagues tú la renta”. Rídícula, inconsciente, inmadura, mensa. Esos eran los consejos que le daba a mis amigas. Yo les decía: él tiene que pagar todo. Como decían mi abuela y mi mamá.
Fue luna de miel mucho tiempo, yo estaba en mi casa muy a gusto con la administración 100/0, y estuve aburridísima todo el embarazo hasta los seis meses del bebé, y pensé que es horroroso preguntar: “Oye, crees que podría ir a comprarme ropa a Zara? Ahí me pegó el hecho de tener que estar pidiendo para cosas personales. Por ejemplo: hay una boda, voy a buscar un vestido. Y que él me diga:
—Pero tienes diez vestidos en el clóset.
—Bueno, porque es la boda de mi amigo y ya vi el vestido que quiero.
Yo estaba acostumbrada a ganar mi lana y podérmelo pagar. Él me dijo:
—Yo no me compro un traje para cada boda.
—¡No es lo mismo!
No era violencia económica, pero había que adaptarse.
¿Tú qué piensas de la experiencia de Mel? Creo que es una prueba sobre cómo hablar de finanzas en pareja no es suficiente. Debe hacerse bien.
En este artículo expliqué las cuatro formas principales de llevar las finanzas en pareja, y en el video: “Mi esposo no quiere pagar la epidural”, hablé con Rocío sobre el tema también. ¿En cuál de las cuatro finanzas de pareja está Mel?
Repasemos: en el Plan A, las finanzas están combinadas, y las decisiones de gasto e inversión se hacen juntos. En el Plan B, dos personas maduras operan como roomates, con finanzas separadas pero idealmente con respeto y comunicación. En elPlan C, uno de los dos está a cargo del dinero, como una relación de padres e hijos. En el plan D un miembro tóxico de la pareja controla en extremo el dinero y lo usa para controlar también a la persona.
Mel había visto el ejemplo de las abuelas y la mamá como mujeres que se dedicaron a su papel de madres y amas de casa sin preocuparse por trabajar fuera de casa, ¡pero hasta ahí! ¿Y cuál era el papel de esas mujeres en las finanzas de su familia? No lo sabemos, porque se puede llevar una relación 100/0 con el plan A, C, y D. Decidir una relación 100/0 no es decidir gran cosa, en realidad.
Muchas parejas modernas caen en errores y confusión al platicar sobre cómo llevar sus finanzas cuando se van a vivir juntas, se casan o tienen un hijo. Entonces, en medio de la ambigüedad, te puede pasar lo que le sucedió a Mel: Ella creía que había hablado de cómo llevarían sus finanzas casados, pero en realidad ¡lo único que sabía es que no quería el Plan B! Además decía que quería que la mantuvieran, cuando tener un hijo requiere de mucho trabajo no remunerado en casa. ¡Las palabras tienen poder! “Quiero que me mantengan” no es una frase apropiada para una persona que será socia igualitaria en un matrimonio.
Al final, por no saber bien lo que quería, acabó de forma muy diferente a lo que tenía pensado. Mel no vivió su sueño de dedicarse a sus hijos, y empezó su blog y su negocio para poder tener independencia financiera.
Así le pasa a muchas personas: van improvisando sobre la marcha sus decisiones financieras y a veces terminan en un lugar que no querían. Y es que las relaciones de pareja son como cemento fresco: cuando comienzan, son moldeables. Pero conforme va pasando el tiempo, es cada vez más difícil cambiarlas.
Entonces ¿qué pudieron haber hecho Mel y su pareja unir sus finanzas? Yo recomiendo el Plan A.
El famoso Plan A
Según las estadísticas, el plan A es el que más a menudo conduce a una mayor riqueza familiar y a una mejor salud de la relación de pareja y de los hijos. Ya hablé un poco de eso en el programa de YouTube: Tenemos un hijo de 8 años pero no nos queremos casar.
Algunas de las ventajas de combinar las finanzas en el matrimonio son: mejor comunicación, mayor conexión emocional, más oportunidades para crecer como pareja, y mayores probabilidades de desarrollar Intimidad financiera: que tú y tu pareja puedan hablar y negociar temas fáciles y difíciles de finanzas y dinero abiertamente. Otra ventaja: según estudios, las personas gastan de manera más eficiente cuando lo hacen en equipo.
El Plan A es especialmente importante si la pareja decide tener hijos, porque mejora la seguridad psicológica y emocional del cuidador y de los niños. Eso ya lo vimos con Mel: ella no se sentía a gusto pidiéndole dinero a su pareja para comprarse sus cosas. También simplifica el día a día. No es necesario dividirse cada gasto adicional y cuando se habla de dinero es sobre cosas más relevantes, no sobre pequeñas compras.
Claro que el Plan A puede tener algunas desventajas también. Si tú y tu pareja tienen valores financieros muy dispares, tendrán más conflictos. Aunque en mi opinión, es mejor resolver las diferencias en el momento en que surgen, en vez de dejar que pasen los años sin saber que existen. También en los casos de parejas con vidas establecidas, hijos mayores y situaciones económicas muy dispares, una de las partes podría sentirse en desventaja ante un arreglo de este tipo.
Sin embargo, el plan A es perfecto para ti si tú y tu pareja son compatibles financieramente, tienen buena comunicación, mucha confianza y planes ambiciosos a futuro en común.
Cómo se organiza el plan A
Imagina que tienes novio, novia o un prospecto y quieres casarte algún día, tal vez incluso tener hijos. ¿Cómo le harías con las finanzas? ¿Por dónde empiezas? A continuación te describo mi modelo para unir dos vidas financieras en una sola.
1. Antes de platicar sobre su futuro financiero, primero revelen su pasado: Cuántos ahorros, bienes y deudas tiene cada quien. Platíquense cómo manejaban las finanzas en sus familias, cómo lo hacen ustedes, y si les gustaría mejorar. Aquí es muy importante ser completamente sinceros sobre su situación financiera. Decidan cómo planean pagar las deudas, usar los bienes que ya tienen y si conservarán separadamente sus ahorros cuando estén casados.
2. Creen su visión de vida juntos. Esto no solo se hace al comenzar la relación. Lo ideal es reunirse cada mes y cada año para hablar de sus retos, sueños y metas, y de qué papel quieren que juegue el dinero en todo ello. ¿Qué tipo de experiencias les gustaría tener durante los próximos 10 años? ¿Quieren tener casa propia? ¿Viajar? ¿De qué forma piensan lograrlo? ¿Qué tipo de familia quieren ser? ¿Con hijos o con perrijos o con gatijos o solo pareja o trío o qué cosa? Si piensan aumentar la familia, ¿con cuántos hijos? Si desean más de uno, ¿con cuántos años de separación planean concebirlos? ¿quién se quedaría en casa a atenderlos cuando son pequeños o si nacen con alguna discapacidad? Y el cuidador principal, ¿lo será de forma parcial o tiempo completo? ¿Qué responsabilidades en el hogar asumirá el cuidador principal y quien salga a trabajar?
3. Recomiendo que tengan tres cuentas bancarias, una donde cada miembro de la pareja es el titular, y otra para los gastos diarios en común. El que cada quien conserve una cuenta a su nombre no significa que llevarán las finanzas por separado, significa que cada quien conservará cierto grado de individualidad e independencia acordadas en la relación en el rubro “Gasto sin culpas”, que es una cantidad de la que pueden disponer sin consultar a la pareja.
4. En el Plan A, los ingresos se unen y luego se reparten para cubrir costos fijos, metas de ahorro, inversiones y gasto sin culpas. Algo así:
Aquí, quién gana el dinero da igual. Es lo mismo si Fulanito ganó 15 000 pesos, y Perenganita ganó 30 000 que si Fulanito ganó 45 000 pesos y Perenganita se dedica al hogar y a los niños. El dinero es administrado entre ambos sin importar su origen.
En este ejemplo, entre renta, servicios, comida, y otros pagos hay que desembolsar 20 000 pesos. De los 25 000 pesos restantes, han acordado destinar 5 000 a metas de ahorro (unas vacaciones a fin de año), 5 000 a gasto individual sin culpas, 3 000 a gasto familiar sin culpas (opcional), y 12 000 a inversiones en Cetes.
Entonces harán lo siguiente: depositarán 23 000 pesos en la cuenta a la que ambos tienen acceso, de forma que puedan liquidar los gastos fijos y sacar de ahí el gasto familiar sin culpas. Depositarán 2 500 pesos en la cuenta individual de cada uno para que cada quien pueda hacer su gasto sin culpas, y cada uno enviará 6 000 pesos a sus cuentas individuales de inversión. Posteriormente, depositarán los 5 000 pesos para las vacaciones en el instrumento de inversión a plazo corto de su elección. No importa a nombre de quién de los dos está el instrumento para esta meta en común, pero sí importa que el instrumento sea acordado por ambos.
5. En el ejemplo anterior simplificamos las inversiones. Recomiendo que cada quien tenga su propia cuenta de inversión a su nombre. Por ejemplo, supongamos que han decidido invertir en Sofipos, Cetes y Bolsa, y la inversión en Bolsa está destinada al retiro. Entonces cada uno tendrá su propia cuenta en una Sofipo, en Cetes y en una casa de bolsa, y lo asignado cada mes para cada inversión se reparte equitativamente.
6. Si ambos trabajan en empleos formales y reciben aportaciones distintas a su Afore, debido a que uno de ustedes se dedica más al hogar y a la crianza, habrá que equilibrar este aspecto. Si se separan un día, lo correcto sería que ambos hayan acumulado un ahorro para el retiro similar durante el tiempo que pasaron juntos porque son un equipo con un solo proyecto de familia.
Veamos un ejemplo: Supongamos que asignan 12 000 pesos para invertir en su retiro de manera privada. Fulanito recibe cada mes un depósito de 1000 pesos en su cuenta Afore, y Perenganita no está trabajando porque está en casa cuidando niños. Entonces de los 12,000 solamente se reparten equitativamente 5,500 pesos en cada cuenta de inversión para el retiro, y se depositan 1,000 en la cuenta de ahorro para el retiro de Perenganita. Se podría argumentar que ella sigue estando en desventaja porque no está acumulando semanas cotizadas en su IMSS, pero esta desventaja podría compensarse con el hecho de que sus 1000 pesos estarán mejor invertidos y darán mejores rendimientos (si invierte bien leyendo mis artículos) que los 1,000 de Fulanito que están en una Afore de bajo riesgo.
7. Pero ¿cómo se ponen de acuerdo con relación a los gastos en común? En el modelo que propongo, la pareja establece un monto, y si la compra deseada lo excede, se consulta a la pareja antes. Aquí la clave es que ambos, sin importar quién gana el dinero, deben consultar a la pareja sobre los gastos que no estén en la categoría “sin culpas”. En este esquema nadie tiene más poder o menos poder. Eso le falló a Mel. ¿Por qué solamente ella tenía que consultar sus compras con su marido? En el Plan A, eso no es correcto.
8. ¿Qué sucede si Fulanito desea ahorrar en privado los 2 500 pesos de su gasto sin culpas? Puede hacerlo, pero preferentemente en una cuenta o apartado que distinga claramente su ahorro e inversión personal del familiar. Es recomendable que cuando una pareja se va a casar, los ahorros e inversiones que tenían antes de la unión matrimonial se conserven en cuentas individuales. Lo mismo sucede con las herencias: legalmente son personales a menos que quien las recibe decida compartirlas con la familia.
Como verán, en un sistema como este, ambos miembros de la pareja son reconocidos igualmente por su trabajo, sin importar si este trabajo es en casa o en un empleo remunerado. Por lo tanto, ambos tienen derecho a voto, y las decisiones financieras son negociadas en común en las reuniones mensuales y anuales. Como expliqué en este video, las decisiones de inversión consensuadas en pareja tienden a ser mejores que las realizadas en solitario. Claro que esta forma de llevar las finanzas requiere de mucha confianza y respeto por la otra persona y sus valores. Pero claro, si no coinciden o al menos respetan los valores de la otra persona, ¿deberían casarse? Plantear esta modalidad puede dejar al descubierto inconsistencias que habría que trabajar en la relación antes de formalizarla.
¿Y si la relación no funciona?
El índice de divorcio en México es de alrededor del 30%. El divorcio es un duro golpe financiero: reduce el patrimonio de las personas, entre un 28% y un 42%. Las más perjudicadas tienden a ser las mujeres, y el impacto es mayor entre más hijos se tienen.
Muchas personas, creyendo que el impacto del divorcio será mayor si unen sus finanzas, evitan hacerlo. Creen que conlleva riesgos demasiado altos. Sin embargo, nada más alejado de la realidad: al contrario.
En primer lugar, el Plan A no causa divorcios. Al contrario, puede prevenirlos, y esto tiene respaldo estadístico. El elemento que más aumenta tu probabilidad de divorcio (94%) es cuando uno de ustedes no contribuye a las tareas del hogar y la crianza. Y después de la infidelidad, las diferencias financieras son la segunda mayor causa de divorcio.
Y si de todas maneras sucede un divorcio o un miembro de la pareja fallece, el Plan A tiene una ventaja adicional: ambos miembros de la pareja saben todo sobre las finanzas familiares, tienen acceso directo al 50% de los recursos a su nombre. Han sentado las bases para terminar la relación en circunstancias más justas para ambos, porque durante toda la relación se preocuparon de repartir el trabajo y los recursos equitativamente.
Vale la pena mencionarse que hay un riesgo muy real del Plan A ante un divorcio: que la persona que cría a los hijos en casa se sienta tan a gusto, que se duerma en sus laureles en el ámbito profesional. Personas con hijos adultos que ya no las necesitan y que llevan veinte años sin estudiar ni trabajar. Aunque tengan acceso a la mitad del patrimonio familiar ante un divorcio, se les ha entumido la iniciativa de salir al mundo. Muchas de ellas se obsesionan con su papel doméstico: terminan con una casa rechinante de limpia y ninguna ambición personal.
Pero esto no tiene por qué ser así, y no es culpa del Plan A, sino de la falta de previsión: si los hijos van necesitando menos cuidados, es importante buscar formas de seguir aprendiendo habilidades útiles y poniéndolas en práctica: “por si sí o por si no”.
Conclusión
Optar por el Plan A es un mecanismo excelente para sacarle el máximo provecho a la unión matrimonial cimentada en la confianza: Aprender uno del otro, que sus fortalezas individuales fortalezcan a la pareja, ayudarse, comprenderse, mejorarse mutuamente, desarrollar intimidad financiera. La transparencia aleja a dos enemigos del amor: los secretos y la infidelidad financiera.
Combinar bien las finanzas en pareja también tiene otro efecto positivo: convierte al matrimonio en un refugio de la lógica de mercado, de la agotadora y constante competencia, convirtiéndola en un espacio de colaboración, apoyo y amor.
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¡Nos vemos el próximo mes!
Con emoción,
Edith