Entrometido en la cubeta de los cangrejos 

Por Mike Volta

El pueblo mexicano, sin duda es sorprendente y único; ha sido reconocido mundialmente con una naturaleza especial, que incluso permite ser especialmente bienvenido en muchísimos otros países, hemos sido candiles de la calle y oscuridad de la casa en más de una ocasión. 

Existen muchísimos episodios en la historia de nuestro país, en los cuales los mexicanos han sobresalido por esta particular forma de ser, su solidaridad, su entrega, su alegría, su especial complicidad, idiosincrasia, rebeldía y exaltación de los múltiples temas tan complejos que dan identidad a “lo mexicano”, que va mucho más allá de esta estúpida imagen de un hombre sentado en cuclillas con un sombrero y un zarape.

Estamos tan orgullosos de ser mexicanos, que esta cualidad incluso a veces (no pocas) representa nuestra propia debilidad y condena; condena a la simple y abnegada aceptación de una recalcada y persistente condición de asumirnos a priori como seres inferiores; particularmente ante otros pobladores del mundo, ¡ah porque ante otro mexicano… jamás!

Es innegable; los mexicanos gritamos “puto” en el estadio, hacemos trampas, tranzas gozamos del camino fácil, el pirata, divertirnos, emborracharnos, no “chafear”, buscamos la manera de evitar trabajar, de hacernos “pendejos”, de burlarnos, de ser “el más chingón de todos los mexicanos”, porque la felicidad se reduce a la llegada del fin de semana destapando una caguama. 

Parecería que sólo competimos entre nosotros, no permitimos que nadie progrese, impedimos el desarrollo como la metáfora de los cangrejos en una cubeta, jalando y tirando a quien iba subiendo para poder salir y evitar su progreso y con ellos afectándonos a todos. 

Esta competencia solo se da entre mexicanos y en México… porque pareciera que competir contra otro país, nos da pánico y nos coloca en una estúpida, pero lastimosamente comprobada posición de inferioridad que ha resultado históricamente difícil de comprender.

Somos la consecuencia de fallar los penales, de promover a los cachirules, de decir “puta madre”… descalificación en las pruebas… de perder por poquito o por una tontería; de ser orgulloso paraíso de narcos, crimen organizado, exaltamos en series la vida fácil; … los mexicanos (salvo honrosas excepciones casi siempre en forma individual)… pero ahí están, los mexicanos… los que no somos profetas en nuestra tierra, los que somos bien amados y bien recibidos en muchísimas partes del mundo, donde el talento mexicano ha triunfado y ha demostrado esta enorme valía que tenemos, muchos triunfan fuera; pero desafortunadamente se termina extrañando nuestra propia identidad y (la comida)con nostalgia regresamos para darnos cuenta que aquí nada ha cambiado y que solamente se ha empeorado aún más la situación… (como la película el infierno)… gracias a que jamás pudimos ponernos de acuerdo como mexicanos que somos, y permitimos que la violencia, el miedo y la mediocridad nos dominara. 

Amamos a nuestro país y reconocemos que tenemos profundas raíces históricas y sinfín de motivos y elementos de privilegio geográfico, climático, histórico y cultural para ser una verdadera potencia mundial; hay grandiosas únicas e importantes escenas de valentía vinculante con el amor a nuestra patria, reaccionamos positivamente y rebasamos expectativas ante los eventos trágicos de la naturaleza y somos un gran ejemplo de solidaridad humana y ciudadana… desafortunadamente esta situación no logra replicarse cuándo se trata del beneficio colectivo y más políticamente hablando; no podemos negar que actualmente son mucho más grandes las diferencias que existen entre los propios mexicanos, las profundas divisiones parecen haberse ampliado encontrando en la intolerancia y la violencia un nicho perfecto para generar aún mucho más encono entre los nuestros. 

Y así fue como en el 2018 salimos a votar con enojo y por eso tenemos al presidente que merecemos; quien actuó desde décadas como catalizador de lo peor de lo mexicano y nos está conduciendo por el camino de convertirnos y transformarnos en la peor versión de México. 

Bien representados estamos por un grupo que se siente ahora con la posibilidad histórica de replantear la identidad de los mexicanos, evidenciando su incapacidad de gobernar para el futuro cuestionando un pasado que nada cambiaría en el beneficio colectivo. 

México es hoy a la vista de la comunidad internacional como la peor versión y la peor representación de su identidad nacional; basada en lo que piensa un puñado de imbéciles, enalteciendo públicamente a los dictadores de otros países, apapachándolos y considerándose cómo los portadores de la verdad; que no es más que un estúpido criterio doctrinal qué sólo conviene a sus perversos fines.

Mientras tanto muchos aquí estamos aguardando el momento en el que las cosas lleguen al punto en que los mexicanos seamos capaces de unirnos nuevamente igual que hace 200 años y salir buscando un movimiento independiente que recuerde las palabras originales del cura Hidalgo:

“Muera el Mal Gobierno” 

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