Entrometido en parque de diversiones

Foto: Cuartoscuro

 Por Mike Volta

No muy buena idea resultó ir a Six Flags México el pasado día domingo 14 de noviembre. 

Era muy lógico que, ante la prolongada abstinencia de esas emociones y reuniones, sobre todo para los niños y jóvenes ocasionada por la pandemia, y su hartazgo; se volcara un enorme y preocupante número de asistentes el pasado fin de semana de “puente” en este emblemático parque de diversiones.

Si bien en la empresa Six Flags se dieron a la tarea de procurar optimizarlo, era evidente el abandono, falta de limpieza y mantenimiento en algunas de sus instalaciones; fue mucho tiempo sin funcionar. 

¿Cómo le harán los de Disney para que siempre luzca perfecto?

Con la mayoría de los pases anuales y membresías vencid@s, una entrada de casi 600 pesos por persona, (mejor compra pase anual);  más 200 de estacionamiento, (a fuerza porque para recaudar más ingresos se encargaron de aclarar que en estas fechas eran nulas las cortesías y descuentos de estacionamiento); más un promedio de 200 más por persona en alimentos y bebidas, más aparte algunas atracciones de costo adicional, sin duda vinieron a cuestionar si valía la pena asistir, para encima de ello lidiar con un verdadero océano de gente.

Las filas para subir a las principales atracciones fueron en el mejor de los casos de 70 minutos. 

Por supuesto que aún con cubrebocas, la sana distancia era un mito; muchos, muchísimos jóvenes usando el cubrebocas debajo de la nariz; las caretas son incompatibles con las medidas de seguridad de los juegos etc; como que confiamos mucho en la buena suerte en un mar de gente en su mayoría sin vacunarse. 

Todo lo hacemos por ver felices a l@s chic@s, eso lo sabemos y lo volveríamos a hacer… pero si, no es del todo satisfactorio. 

La ilusión de llegar al emblemático y hermoso parque, se diluye con el momento en que aún con reservación, la dinámica para obtener el registro del pase anual es óptima, pero insuficiente para tal cantidad de gente, medios electrónicos rebasados. 

Es muy entendible que estos parques merecen los beneficios de la esperada reactivación económica, sin embargo, sí está de pensarse en ir, gastar, esperar y pretender divertirse en un horario de las 10 a las 23 horas en las cuales más de la mitad del tiempo la pasas haciendo fila estimad@ lector@.

La ansiedad provocada por la espera de aproximadamente 2 horas en el Superman o en el Wonder Woman, el Batman o Kilahuea para gozar de una diversión extrema de menos de la mitad un minuto; pareciera valer la pena; (pues ya estamos aquí) con poca pila en el celular y con hambre. Que eso sí, largas colas para la comida, pero al menos cumple con la expectativa de calidad-precio.

Los chicos que atienden cada juego con su bien aprendido discurso de bienvenida y salida… en algunos casos da evidencia de esa frase del señor Bisogno “lo qué hay que hacer pa’ tragar”.

Las diversiones de zombies y de la época implican un costo adicional, además claro de esperar casi el mismo tiempo para ingresar. 

En mi caso no fue opción jejeje.

Sin duda resultaría una mejor experiencia muy reconfortante hacerlo entre semana, sin tanta gente… como lo hacíamos quienes en las épocas sin pandemias, inseguridades ni teléfonos celulares, gozábamos infinitamente de estos parques que bien valían el regaño y el castigo por irse de pinta. 

Pero que le hacemos; seguro nos tocará de nuevo ir en iguales circunstancias, y tendremos que disfrutarlo… y pagarlo. 


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