La Falosofía de la oposición 

Espada de Dos Manos
Marcelo Fabián Monges 
19 de diciembre de 2023


El título de mi columna en realidad es de una valiente mujer de la oposición, activista y militante defensora de los derechos de las mujeres de toda la vida. Hablo de la diputada en el Congreso de la Ciudad de México, Polimnia Romana. 

Mientras comíamos con Polinmia, su pareja y mi mujer, el domingo por la tarde, le comenté la idea de esta columna, y de repente me dijo: ¿Ya tienes el título de tu columna? No, le respondí. De hecho, mientras me bañaba y pensaba en lo que escribiría, y me preguntaba que título le podrías tú, le respondí. Entonces ella me dio el título de esta columna de hoy. Ante un título tan fuerte, le dije, pero en esta disputa participan mujeres, no hay sólo hombres midiéndose, y me dijo, justamente, hay mujeres desde luego, que participan de este proceso, con la misma mentalidad. 

Con peras y manzanas
Falosofía significa, la filosofía del falo. Para el caso aplica de la siguiente manera, la oposición en México está en esa era adolescente, en donde los varones están midiéndose el falo a ver quién lo tiene más largo. Algo como lo que Joan Manuel Serrat, describe (y se burla) en esa brillante canción que tituló “Algo personal”. La letra del cantautor nacido en Barcelona, con un talento distinguido en la historia de la humanidad, viene al caso como trazos de pintura. Serrat dice, en nada personal: “Probablemente en su pueblo se les recordará, como a cachorros de buenas personas, que hurtaban flores para regalarle a su mamá y daban de comer a las palomas”… Pero Serrat sigue, y dice: “…hombres de paja que usan la colonia y el honor, para ocultar oscuras intenciones…resulta bochornosos verles fanfarronear, a ver quién es el que la tiene más grande…” “juegan con cosas que no tienen repuestos, la culpa es del otro si algo le sale mal”. Así va la canción Serrat, que en muchos tramos pareciera haber estado escrita para la oposición mexicana.  

El problema no es sólo que estar midiéndose el falo para ver quién lo tiene más grande es infantil, y también un poco más ridículo y absurdo que estar mirándose el ombligo, sino que, además, la oposición en México no va más allá de eso. 

Esta es una de las explicaciones primeras de por qué en el México de hoy, a pesar de la enorme gravedad en la que se encuentran la propia sobrevivencia de las instituciones del Estado, en donde el presidente, López Obrador, llama abiertamente a la destrucción de los organismos autónomos, y hace todo lo posible para destruir por completo la independencia del Poder Judicial, incluso hace todo lo posible por apoderarse de los organismos encargados de las elecciones, para febrero de 2024, la oposición llama a dos marchas separadas, con siete días de diferencia, con el mismo objetivo: defender a esas instituciones. 

Una marcha es la convocada por los trabajadores del Poder Judicial y Chalecos Amarillos México, o la Ola Blanca, de Alejandra Morán. Esta marcha está convocada para el día 11 de febrero a las 11:00 horas, partiendo del Monumento a la Revolución al Zócalo. 

La otra convocatoria se lanzaría, desde la cuenta de Claudio X. González y el mismo día, también desde la cuenta llamada Sociedad Civil, manejada por Ana Lucía Medina (mano derecha de Claudio X. González) y Gabriel España (al menos con su asesoría y consejos, desde Washington, donde vive). Esta era la convocatoria de la Ola Rosa, el Frente Cívico, entre otras organizaciones. 

A esta convocatoria de la Ola Rosa están invitados todos, incluidos todos los militantes y dirigentes de todos los partidos políticos. La convocatoria de Alejandra Morán y de los trabajadores del Poder Judicial se anuncia sin políticos. 

Acá la gran pregunta es: ¿Por qué no marchan juntos? Si México los necesita unidos. Si para frenar a López Obrador, que usa todo el aparato del Estado para ir cumpliendo sus caprichos y sus designios antidemocráticos, se necesita a todo el pueblo de México unido, a toda la sociedad civil junta, y los actores políticos de los que estamos hablando lo saben sobradamente. 

¿Cómo le explican al pueblo de México por qué que marchan separados?, ¿Por qué ahora marchan separados, cuando esa histórica marcha del 13 de septiembre de 2022, para defender al INE, que congregó a unas 800 mil personas tan sólo en la Ciudad de México y movilizó a cientos de miles en más de cien ciudades del interior del país la hicieron juntos? ¿Es un problema de egos? ¿Es un problema de falta de visión? ¿Es un problema de pequeñez política? ¿Es falta de un liderazgo con experiencia en lucha sociales con resultados reales? 

Porque al que tienen al frente, que es nada más y nada menos que López Obrador, un luchador social de toda la vida, es alguien que conoce perfectamente el poder de la calle, incluso mucho mejor, muy lejos, que estos nuevos opositores, surgidos en la vida pública a partir de que comenzó el gobierno del hoy habitante de Palacio Nacional.

Entre los que integran las reuniones para decidir estas convocatorias están, también, por ejemplo, Guadalupe Acosta Naranjo, y Fernando Belauzarán. En el caso de ellos, a diferencia de los demás, no son nuevos opositores. La gente que integra el Frente Cívico, tampoco. En cuanto a Fernando Belauzarán, tal vez deberían escucharlo mucho más, porque es alguien con muy buena intuición política, con una gran experiencia en la lucha social, y con la visión necesaria para darle la energía que necesita a estos grupos de la sociedad civil, que, de parte del grupo que se denomina la Ola Rosa, esta será la tercera gran marcha que realizarán, y por lo tanto en la que participarán, desde que comenzó el gobierno de López Obrador. Para muchos de estos nuevos opositores, esta será la tercera gran marcha en la que participarán en toda su vida. Esto no es ningún pecado. Pero lo que sí significa, es que es algo completamente insuficiente como para parar a alguien como López Obrador, que hace todo lo posible para construir tentáculos suficientes como los que tiene una dictadura, para hacer de su exclusiva voluntad la Ley y decidir el destino del país. 

A esto hay que sumarle que ahora van a marchar por separado, midiendo fuerzas desde luego, cuando el adversario o el enemigo no está de este lado, sino en el gobierno. 

Hay una pregunta obligada que se deberían hacer estos convocantes: ¿Por qué esperaron hasta ahora, que López Obrador tiene prácticamente tomado el INE, y también el Tribunal Electoral, para volverse a movilizar? Cuando en realidad la última gran marcha a la que convocaron y organizaron la realizaron llenando el Zócalo el 26 de febrero de este año. Es decir, hace nueve meses. Para febrero del 2024, cuando tienen la próxima convocatoria, ya habrá pasado un año de la gran marcha anterior que llenó el Zócalo.

¿De verdad creerán que la democracia se defiende de un tirano, que trata de afianzar la destrucción de las instituciones para construir su dictadura movilizándose una vez por año? ¿Estaban de vacaciones? ¿Es cuestión ahora de no perder protagonismo sin que importen los resultados, aunque López Obrador vaya consiguiendo sus objetivos constantemente? ¿Son naturalmente faltos de reflejos? Estas preguntas sin duda deben incluir a los presidentes de los partidos políticos, por lo menos a los que integran la Alianza, y demás grupos de la sociedad civil. 

El cuadro de Honor de Xóchitl Gálvez y el amor por los cascajos 
Al equipo de Xóchitl Gálvez lo integran diversos tipos de dirigentes. Están los políticos quemados, que no suman nada, que no le han ganado a nadie, ninguna elección en ningún lado y que están ahí, porque son amigos del presidente de su partido. También están ahí como esas personas que se contentan con formar parte de un cuadro de honor, para la propia autoestima y la vanagloria personal, sumado al rédito social. 

Hay que diferenciar muy bien que cuando ese orgullo, esa vanagloria es bien ganada, bien merecida, no hay por qué cuestionarla, porque se ha logrado, como diría José Ingenieros, en base al mérito.  Pero cuando esa foto en ese cuadro de honor sólo viene a tapar viejos errores, o antiguas acusaciones de corrupción, esos personajes destilan una atmósfera, que contamina el aire, la percepción y arruinan la foto, y que en nada le suman a la campaña de Xóchitl Gálvez, una candidata a la que todos los que quieren ver a México progresar, salir del atraso que representa la cuarta transformación, quieren verla ganadora. Entre estos personajes está Josefina Vázquez Mota, Rubén Moreyra, Santiago Creel, personajes cuya imagen pública no tiene salvación. Si sólo fueran a hacer campaña para la Alianza, o por ellos mismos, lo más seguro que lo único que cosecharían es repudio. En este sentido, la Alianza no puede permitirse el lujo de funcionar como Morena, en donde si el corrupto es “nuestro amigo” deja de ser corrupto. No funciona así, no solamente porque en sí mismo no deja de serlo, no cambia la personalidad del corrupto con un nuevo bautismo político, sino que además, la gente, la población, el resto de la ciudadanía, lo sigue viendo como lo que son. Es decir, porque sean “sus amigos” o los integrantes a su “cuadro de honor” la gente no pasa a verlos como capaces, o como buenos líderes sociales, o como no corruptos. Tal vez esto explicaría por qué muchos de ellos ni se mueven, están como puestos con fijador para la foto, pero no tienen ninguna contribución a la campaña de Xóchitl Gálvez, ni ninguna iniciativa propia. 

En el caso de Santiago Creel es alguien que cuando lo nombraron coordinador de la campaña de Xóchitl Gálvez a los tres días se fue de vacaciones. Lo cual es terrible, si consideramos la gravedad de lo que significa la continuidad de la cuarta transformación en el poder, y por lo tanto, la derrota de Xóchitl Gálvez. Lo menos que habría que decir de Santiago Creel es su terrible falta de compromiso con México y con la campaña de Xóchitl Gálvez. 

En el equipo de Xóchitl Gálvez también está, por ejemplo, Idelfonso Guajardo, un hombre capaz, algo que reconoce casi todo el mundo que lo conoce. Sin embargo, como él es el encargado del área internacional, en el equipo de Xóchitl Gálvez, habría que preguntarle ¿Por qué no fue cuando asumió la presidencia del gobierno de Argentina Javier Milei? ¿Por qué no está tejiendo alianzas internacionales para garantizar la observación de la elección del 2024 para que López Obrador no pueda hacer fraude? Porque esas son cosas que no se arman en 15 días, a no ser que el plan sea hacerle al cuento, como es costumbre en la clase política.
 
En el equipo de Xóchitl Gálvez también hay personas muy valiosas, como seres humanos y por su trayectoria como dirigentes políticos o en sus campos de experiencia. Entre ellos están la exsenadora priísta y Embajadora de México en Colombia Blanca Alcalá, una dirigente a la que jamás se le ha visto decir una sola palabra equivocada en público, y que no tiene un solo escándalo en su trayectoria política. También podemos mencionar, entre otros, a Jesús Ortega y el diputado Éctor Jaime, a quienes tal vez, debería escuchar mucho más Xóchitl Gálvez. 
Silvano Aureoles acaba de anunciar que se baja del equipo de Xóchitl Gálvez, “por diferencias que tiene con la candidata”. Silvano Aureoles dijo que se bajaba del equipo por las permanentes descalificaciones que recibía de la candidata.
 
¿Es en serio? ¿En serio creen que estamos para estas cosas? ¿Todavía no se han dado cuenta que aún no le han ganado a nadie? ¿No les alcanza con lo desaseado que fue el proceso de selección del candidato, donde dejaron un tendal de dirigentes de primera línea desconformes, cuando que pretendían con toda legitimidad participar de un proceso de selección para poder ser el candidato o la candidata de la Alianza para el 2024? ¿Se trata de atropellar a todos incluso a los propios, como hacen los de Morena? 

Los efectos nocivos de la crítica 
El 23 de noviembre pasado, presentamos en la Alcaldía Coyoacán, en la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles, el libro de mi autoría: El derrumbe de México, un peligro real, conversaciones con Jesús Ortega. Entre muchas opiniones muy enriquecedoras, hubo una que me llamó particularmente la atención y fue del amigo Guadalupe Acosta Naranjo, quien asistió a la mesa, invitado por Jesús Ortega. Guadalupe Acosta Naranjo pidió, “que si son de este lado, no los critiquen” y fundamentó su petición, diciendo que es “porque hay que estar unidos”. En ese momento no le respondí al amigo Acosta Naranjo por una cuestión de tiempo, la moderadora me había dicho que había agotado mi tiempo y no busqué un nuevo espacio para responderle, pero frente al camino sinuoso y errático que lleva la Alianza, frente a la campaña por la presidencia para el 2024, respetuosamente quiero responderle al amigo Acosta Naranjo: “Uno debe establecer la diferencia entre lo que es estar unidos y estar ciegos. No es de buenos amigos quedarse mirando cómo alguien cruza la calle sin mirar cuando viene un auto y no decirle nada. No es de buenos amigos no decir nada cuando uno ve que el otro se equivoca y el error lo van a pagar todos y quedarse callados porque “somos amigos”. Tal vez, si dentro de la Alianza hubiera procesos y mecanismos de evaluación y de autocrítica, entonces se podría decir, los trapos sucios se lavan en casa. De todos modos, no se trata de sacar trapos sucios. Pero sí se trata de no repetir los errores que los han llevado a una derrota y que todo indica que van por el mismo camino. Justamente algo que abordamos en el libro con Jesús Ortega, donde él es el protagonista a modo de entrevistado, es el tema de ¿Por qué la Alianza perdió en el Estado de México? Esta pregunta le hago a Jesús Ortega en el libro, concretamente le inquiero ¿si la Alianza tuvo una autocrítica? Jesús Ortega me responde que: NO. Entonces le pregunto: ¿a qué le atribuyen la derrota de la Alianza en el principal bastión electoral del país? Y Jesús Ortega me responde que los compañeros: “se lo atribuyen a que el gobierno puso mucho dinero.”

Con ese tipo de análisis estamos perdidos. Porque eso quiere decir que la Alianza va a replicar los errores que cometió en el Estado de México, y que cualquier resultado adverso le echarán la culpa al gobierno que como siempre, pone mucho dinero, y más si se trata de López Obrador que ha gobernado durante cinco años, con la exclusiva visión de seguir de una manera u otra en el poder. 

También es cierto y hay que decirlo, que la crítica, para muchos de estos personajes de la Alianza, les resulta tan repelente como lo es para López Obrador. No sólo no tienen autocrítica, tampoco toleran a nadie que los cuestione. 

Tal vez hay que mencionar sobre estos temas dos cuestiones muy importantes. La primera es que cuando hablamos de los errores de la Alianza opositora, y de las causas de por qué perdió el Estado de México, tal vez nos quedamos muy cortos, en el tiempo y en la magnitud de los errores. Tal vez en realidad hay que preguntarse qué aprendió la Alianza de la terrible derrota que le propinó López Obrador en el 2018. Porque a la vista del equipo que eligió Xóchitl Gálvez o le impusieron, para los efectos públicos, el resultado nocivo es el mismo, muchos de los personajes que lo integran son fieles representantes de ese pasado, del que se burla López Obrador, y que constituye una de las banderas de Claudia Sheinbaum, cuando dice que “volver al pasado no es la opción”. Cómo creerá Marko Cortés, que se ve la Alianza con Anaya como candidato a Senador, o con Josefina Vázquez Mota o Santiago Creel en el equipo de Xóchitl Gálvez. O cómo verá a estos personajes Claudio X. González, como articulador de la Alianza, si acaso no es consciente de que desde afuera se ve como una Alianza justamente con el pasado. 

Con respecto a la crítica, más que enojarse, si supieran escuchar, deberían agradecerla. Porque así como van, sólo una buena dosis diaria de autocomplacencia los hará creer que están construyendo una opción verdadera, votable, que le infunda motivación y entusiasmo al pueblo de México, como para que salga a votar el 80 por ciento del padrón electoral para ganar las elecciones del 2024. Ese fue uno de los errores de la Alianza en el Estado de México, no tener ni las propuestas ni la candidata que le insuflara la motivación suficiente a los electores como para salir a votar. En el Estado de México salió a votar un pírrico 52 % del padrón electoral. 

Si la oposición pierde en el 2024, una triste moraleja de todos estos grupos, incluido de los partidos de oposición, será que deberían haber aprendido a tiempo, que por encima de las candidaturas, había que defender la democracia, no con tres marchas en cinco años, sino en la calle, todos los días. 

Las tres cosas que necesita la Alianza para ganar
La primera de esas tres cosas es convencerse a sí misma de que puede ganar, y por lo tanto, ponerse a trabajar en serio, como equipo para ganar. Hasta ahora, se le ve a Xóchitl Gálvez como una máquina de responderle a López Obrador y a cuestionar y comentar los hechos más recientes. Pero faltan las propuestas. Falta una plataforma política de verdad. Un proyecto de Nación. 

Estuve en la casa de Claudio X. González en diciembre de 2021, le llevé 30 propuestas que ni siquiera leyó, y que le hubieran servido de una manera enorme a la oposición. Entre ellas estaban la formación de un Frente Nacional Contra la Impunidad, y la formación de una Red en Defensa de los Organismos Autónomos, por mencionar sólo dos. En esa oportunidad, durante la reunión, le dije que necesitaban un Proyecto de Nación y una plataforma política. Me respondió textualmente: “Estamos trabajando en eso. Vamos a tener ambas cosas como para marzo (de 2022) Estamos a finales de 2023, todavía no la tienen. 

En lugar de eso, lo que tiene la Alianza es a Enrique de la Madrid diciendo: “primero hay que escuchar a la gente”. Van bastante atrasados con su método para escuchar a la gente, déjenme que les cuente. Para las elecciones apenas faltan unos cuantos meses. 

Lo segundo que debe tener la Alianza es una estrategia y una campaña a todo vapor, arrasadora, de radio, televisión y de trabajo de tierra, orientada a ponerse como objetivo que en el 2024 salga a votar el 80 por ciento del padrón electoral. Si la Alianza no lo hace, va a perder. Y si no lo hace es porque no cree de verdad que pueda lograr movilizar a la población de semejante manera. En Argentina fue lo que sucedió. Salió a votar el 76 por ciento del padrón electoral, y la votación por Milei estuvo por encima de los millones de planes sociales del Kirchnerismo que conforman su voto duro. 

Lo tercero que debería comenzar a armar la Alianza opositora es una enorme estructura para fiscalizar absolutamente todas las mesas del país en las elecciones del 2024. Esta estructura la Alianza hoy no la tiene. Sin fiscalizar todas las mesas Morena se la llevará al baile. Aún así la tuviera bastante difícil, porque según lo que se puede ver, Morena ya prácticamente tiene copado el INE. Ahí está la Consejera Presidente, Guadalupe Taddei Zavala, puesta por Morena, haciendo cuanto desfiguro se le antoja con los nombramientos para poder manipular las próximas elecciones. Lo mismo ha sucedido con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación donde algunos consejeros afines a Morena lograron hacer renunciar al presidente del Tribunal. En su lugar, nombraron a Mónica Soto, cuya afinidad con Morena está más que comprobada. 

Todo esto ha sucedido mientras estos nuevos héroes de la lucha social, estaban de vacaciones, o mirando vaya a saber a dónde, porque no hubo movilización alguna en estos últimos tiempos, que tratara de impedir la apropiación del Tribunal Electoral por parte de Morena, ni lo que está haciendo Guadalupe Taddei con el INE. 

Mientras López Obrador se encarga de demoler las instituciones, Marko Cortés está preocupado en asegurarle una banca como senador plurinominal a su amigo Ricardo Anaya, y Claudio X. González nunca vio más allá, en su lucha social, del negocio de las candidaturas. 

Mientras todo esto sucede, en la oposición siguen mirando y midiendo quién la tiene más larga.