Aguántese, macho

Por David Jáuregui

Ser hombre. Te distingues desde lo que escondes entre las piernas. Te distingues de ellas. Las mujeres. Y de ahí, a partir de la oscuridad al final de tu vientre, la distinción se extiende a prácticamente todos los aspectos de tu vida. Eres hombre. Masculino, fuerte, valiente, proveedor, rudo, capaz, irresistible, poderoso, rico, superior. Tus impulsos naturales, salvajes, son lo que te vuelve útil y valioso. Mientras más tosco y barbárico seas, más hombre eres. ¿Dos personajes verdes de sagas del cine te suenan?

Puedes hacer lo que quieras, cuando quieras, a quien quieras, con quien quieras. James Bond te queda corto; Tony Stark es patético comparado contigo. Tomar más, adquirir, robar, arrebatar, te está permitido porque así son las cosas: siempre una batalla con los otros hombres para ver quién tiene más, quién está en la cima más alta. Eres Jimmy Hoffa, Frank Sheeran y Russell Bufalino en El Irlandés; los Corleone en El Padrino; Rafita y Miguel Ángel, en Narcos México.

Debes externar lo que posees; todo el mundo debe saber lo que eres, o mejor dicho, lo mucho que eres. Igual que Jordan Belfort en El Lobo de Wall Street o Eduardo en Cindy la Regia. Tienes todo bajo control, eres el amo de los planes maestros, tu inteligencia es increíblemente superior a la de todos y eres el único con esa genialidad. Walter White, Dexter, Jimmy Neutrón, Sheldon Cooper, Angus MacGyver: genios hay muchos, pero todos son hombres. En el mismo sentido, siempre hay una batalla contra los otros hombres, quienes son tus únicos adversarios meritorios: la fuerza es cosa de hombres. Capitán América contra Red Skull, Iron Man contra Thanos, Hulk contra Abominación, Spiderman contra el Duende Verde, el Santo contra Blue Demon, Batman contra el Guasón.   https://ipstori.com/munchip/6