Correr tras un sombrero

Por David Jáuregui

Una ventisca empuja los cuerpos de quienes intentan regresar a casa. Se abrochan los abrigos, levantan los cuellos, aprietan el paso. Alguien pronuncia, casi como eco secundario, un “aguanta, aguanta”: resistir el embate del mundo, como tarea anímica, más que de supervivencia. 

De pronto, unas piernas largas saltan distraídas sobre la verja. Corren sin prestar atención a las plantas que maltratan, ni a los arqueos de cejas que suscitan. El hombre sigue su paso, lanzando cada una de esas piernas lo más lejos que puede de la otra, siempre en línea recta. Está buscando su sombrero que la ventisca empujó hasta el jardín de la mansión. Se trata de Inocente Smith, protagonista de la novela Un hombre vivo, de G.K. Chesterton. Un tipo que era feliz. 

Aguanta, aguanta, ya sabemos que la felicidad significa algo distinto para cada quien. Sería una exigencia ociosa y, por lo demás, irrealizable, que alguien sea feliz sobre la base de nuestros ideales y aspiraciones. Y viceversa. Nadie es feliz con lo que otro cree que es felicidad. 

Vista así, la felicidad es una cuestión individual.   https://ipstori.com/munchip/15

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