La Mujer Maravilla: Princesa, amazona y feminista (una de tres entregas)

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Por Francisco X. López

En 1941, los cómics eran un campo fértil, los superhéroes se estaban estableciendo como el tema dominante y todas las editoriales, viejas y nuevas, estaban en la búsqueda de personajes que pudieran alcanzar el éxito comercial de Superman, Batman y el Captain Marvel. Un sinnúmero de personajes aparecieron en esos primeros años, la mayoría totalmente intrascendentes y simples copias de una fórmula que resultaba exitosa, pero que era difícil de replicar.

Por ello durante años se ha estudiado el caso de un psicólogo que plasmó una gran cantidad de ideas en un personaje diseñado con toda la intención de transmitir un mensaje.

William Moulton Marston desarrolló un interés en el medio y su lenguaje por considerarlo un instrumento, mediante el cual, de manera sutil y disfrazada, se podía hablar al inconsciente de los lectores, aludiendo a sus más íntimos deseos. El medio era más importante que el mensaje, debido a que podía comunicar de manera eficaz las ideas que de otra forma se perdían en los textos; una imagen, o una secuencia de imagen dicen más que mil palabras.

Moulton había presentado una teoría sobre el aumento entre la presión arterial y la mentira, que sirvió como base para el desarrollo del polígrafo, esto le valió reconocimiento académico y le permitió publicar textos donde hablaba de la dominación, el control y la diferentes respuestas emocionales en hombres y mujeres. Escribió varios libros y artículos ensalzando a las mujeres y sus derechos, hablando de feminismo y un matriarcado que eventualmente lideraría al país y al mundo, pero a principios de los años 30 la depresión económica le pasó factura, no tenía ingresos como profesor ni como autor, pero obtuvo un trabajo como consultor en una revista femenina, The Family Circle.

En una entrevista, habló sobre el impacto y la importancia de los cómics como un medio emergente que llegaba a millones de jóvenes lectores y el cual, con la aparición de Superman daba un enorme salto, pues representaba la máxima aspiración de fuerza y poder que concibe la mente infantil. Esto llamó la atención de M.C. Gaines, editor de la National Publication, quien le ofreció un trabajo como consejero para las líneas de Detective y All American Comics.

La idea era clara, había que crear un heroína, que combinara el atractivo femenino con la fuerza masculina y que sirviera como la representación de la mujer del futuro, aquella llamada a gobernar el mundo con justicia y, sobre todo, con amor.

La propuesta se presentó como Suprema, la Mujer Maravilla, que con su fuerza y su dominio, se mantenía amorosa, tierna, maternal y femenina. No usaba armas, al contrario, sólo contaba con sus brazaletes que recordaban la previa sumisión de las mujeres y su lazo mágico, regalo de Afrodita, con el cual obligaba a los hombres a obedecerla.

Como ilustrador, eligió a Harry Peter, un dibujante profesional, que se destacaba en un mundo de neófitos, y cuya habilidad le permitía plasmar perfectamente lo que Moulton planteaba en sus guiones.

All Star Comics #8 presentó por primera vez a Diana, princesa de Temiscira, en una historia corta pero cargada de propaganda. Justo después del ataque a Pearl Harbor, Steve Trevor, un piloto americano llega la Isla de las amazonas, cuya reina, Hipólita, decide enviar de regreso al mundo de los hombres acompañado de una guerrera que defenderá el último refugio de la democracia y la igualdad de derechos para las mujeres. Se organiza un torneo y Diana, usando un disfraz para engañar a su madre, resulta ganadora y se embarca hacia América, bajo la identidad de la enfermera Diana Prince.

Continuará...