El caso Breccia, robo y recuperación de arte (1 de 2)

Foto: Especial

Por Francisco X. López

ara el lector casual de cómics, el nombre de Alberto Breccia resulta desconocido. Para quienes aman y disfrutan del noveno arte en todas sus expresiones, es uno de los colosos de la historieta en todo el mundo. 
Autor de obras cumbre como Sherlock Time, Mort Cinder y El Eternauta, es uno de los artistas más influyentes del siglo XX. Su trabajo es considerado patrimonio cultural de los argentinos, con un valor muy alto para los coleccionistas, sobre todo los europeos. 

Durante su vida, Breccia se ocupó de conservar sus planchas originales siempre que fue posible y al momento de su muerte en 1993, tenía material con valor de más de un millón de euros de acuerdo a lo que se contiza en el mercado negro. El mismo comentó que sus páginas se podían vender entre 3 y 5 mil dólares. 

En 1997 hubo una disputa por la propiedad de este material entre sus tres hijos y su segunda esposa, por lo que este terminó resguardado en una caja de seguridad hasta el año 2005, cuando la empresa Firme, se declaró en quiebra y al requerir un allanamiento para recuperar los bienes, se descubrió que todo el material había sido sustraído. Fue en 2008 cuando se recibieron reportes de que parte de la obra estaba siendo vendida en internet.

La Fiscalía Argentina solicitó el apoyo de la Interpol y su Departamento de Protección del Patrimonio Cultural, quienes comenzaron un rastreo y pudieron ubicar buena parte de las piezas vendidas en Austria, Bélgica, Canadá, España, Francia e Italia. Esta oficina es patrocinada por los Emiratos Árabes Unidos y se creó para combatir la cada vez mayor destrucción del patrimonio cultural, ​​causada por conflictos armados, saqueos organizados, tráfico ilícito y venta de objetos culturales, lo que genera importantes ingresos para terroristas y grupos de delincuencia organizada. 

El saqueo del patrimonio cultural es, junto al tráfico de petróleo y los secuestros, la fuente de ingresos más común y rentable para los grupos terroristas. El comercio ilícito de obras de arte se mantiene gracias a la demanda del mercado negro y la apertura de fronteras. 

Como si se tratara de una película de detectives, uno agente italiano, Domenico Cecon, resultó ser un fanático de Breccia y eso ayudó en las pesquisas. El listado de obras se integró a la base de datos de Interpol y se pudo identificar en varios casos, la cadena de comercio y los compradores finales. 
Tristemente la justicia Italiana determinó que los compradores obraron “de buena fe” y no autorizó la devolución de las obras, aún cuando la lista de piezas robadas es de fácil acceso para museos, universidades, casas de subastas y comerciantes registrados. y puede consultarse a través de una aplicación para teléfonos: ID-Art. 

En 2011 se pudieron recuperar 200 piezas, en posesión de un matrimonio, Mauro Iván Barreiro y María Laura Selarrayan. Esta pareja tenía la obra guardada en un depósito, cuando llegó la policía de Interpol, junto con los originales, se aseguró un arma de fuego. 

Sólo estas dos personas han sido procesadas por el delito. 

Del resto del material robado sólo una página fue devuelta por orden de un juez italiano. 

Finalmente, en julio de este año, se logró montar una exposición, la cual no sólo permite apreciar la grandeza del arte de Breccia, con páginas de cómic, dibujos y pinturas. 

De esta muestra, hablaremos en la próxima entrega. 

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Alberto Breccia
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